Una joven embarazada estaba entre los universitarios que protestaron el 24 de abril de 1970 contra la concesión para que la empresa estadounidense Aluminium Company of America (Alcoa) extrajera bauxita en Pérez Zeledón.
Ella escapó gateando de los gases lacrimógenos lanzados por los policías. Seis días después, esta estudiante de Enseñanza del Francés de la Universidad de Costa Rica (UCR) dio a luz a su primera hija.
Ese no fue el primer susto que se llevó Beatriz Ferreto López, quien a sus 62 años encabeza la Asociación de Profesores de Segunda Enseñanza (APSE), de 25.000 afiliados, bajo la etiqueta de malcriada y radical cuando se sienta a negociar.
Reconoce que levanta la voz y no respeta el uso de la palabra, si siente violentados los derechos de los trabajadores, como lo hizo en 1995, cuando irrumpió en la tarima y reclamó a los dirigentes por llegar a un acuerdo con el gobierno de Figueres Olsen, que acabó una huelga de maestros de mes y medio.
Asegura que se le vienen las lágrimas al recordar la forma en que perdieron ese movimiento, pues incluso les rebajaron el salario.
De niña vio cómo su padre, Arnoldo Ferreto Segura, huía para evitar que el Gobierno lo detuviera por ser líder del comunista Partido Vanguardia Popular.
También leyó los improperios que alguien escribía por la ideología de su familia, y escuchó las pedradas que jóvenes de derecha lanzaron contra su casa.
Casi a los siete años, en 1957, la vistieron de ángel y la subieron a una carroza durante un desfile del 1.° de mayo, pero, cuando iban por el parque Central, unos hombres los atacaron con cadenas. A ella la sacaron envuelta en una bandera.
Era tan evidente la etiqueta de izquierda de su familia que la maestra de primer grado la encerró en un armario toda una mañana porque se le cayó un bulto grande de cuero durante un rezo en clase.
Años después de ese incidente, Ferreto comprendió que la docente pensó que esa abrupta interrupción fue un desafío porque su padre Arnoldo no era creyente.
“Mi papá era maestro, pero lo despidieron (1936) y le prohibieron dar clases de por vida, porque, cuando trabajaba en Santa Bárbara (Heredia), dio un discurso acusando que usaban los peones del Gobierno en la finca de León Cortés (presidente de ese entonces).
”Mi mamá estudió enfermería, era obstetra, pero fue despedida en 1948 (con la revolución). Después consiguió trabajo en el hospital de Heredia”, contó Ferreto.
Como su papá por momentos no trabajaba porque estaba preso o debía huir por su ideología, su madre, Carmen López Ortega, cumplía jornadas laborales hasta de 16 horas para ganar más dinero.
Cuando no había quién la cuidara, Ferreto dice que pasaba el día en el hospital, donde jugaba con Silvia Víquez, actual viceministra administrativa de Educación, que le exige a APSE comprobar la asistencia de sus afiliados al congreso anual.
Activista. Al entrar al Colegio Anastasio Alfaro, Beatriz Ferreto integró un grupo de Vanguardia Popular y fue elegida presidenta de su sección durante varios años.
Junto a su hermana Edith, rehusó participar en el recibimiento del presidente estadounidense, John F. Kennedy, en 1963. Externó su molestia por esa visita inundando el colegio con papelitos que decían: “Yankees go home”.
Aunque tuvo buenas notas, reprobó bachillerato de Matemática, justo cuando su hermana falleció.
Su sueño de estudiar Medicina se truncó porque se casó por primera vez apenas entró a la UCR, y su esposo trabajaba para el partido comunista con un salario muy bajo.
Por ello, Ferreto estiraba las horas: trabajaba de día, estudiaba en la noche, cuidaba a sus dos primeros hijos (tuvo cuatro) e integraba el Frente de Acción Universitaria. Ahí conoció a Vladimir de la Cruz y a Gloria Valerín, entre otros.
Poco después ingresó a la UCR Leonardo Garnier, quien no la recibe desde abril, según ella, porque le pidió públicamente que renunciara por firmar una carta a favor de la empresa Procesos Investigación y Asesoría, de la exasesora presidencial Florisabel Rodríguez.
Pese a esto, Ferreto considera a Garnier como inteligente y uno de los ministros de Educación más cultos que ha tenido el país.
De otra persona que se distanció fue de Albino Vargas, presidente de la Asociación de Empleados Públicos y Privados (ANEP), aunque tiempo atrás colaboró ahí.
“Él es de la visión de sentarse en mesas de negociación y hacer propuestas conjuntas, y nosotros creemos que esa mesa tiene un límite, ciertamente tiene que llevar el criterio de ceder, pero, cuando el Gobierno no cede en nada, usted no hace nada ahí sentado más que comprometerse”, dijo Ferreto.