Soldado, absolutista, maquiavélico, amasador de fortuna, padre de “hijos ilegítimos”, conspirador de juegos políticos y, además, Papa.
Así recuerda la historia al sumo pontífice Julio II, quien estuvo al frente de la Iglesia Católica entre 1503 y 1513.
Eran los tiempos de los Estados Pontificios, un extenso período en que los Papas, más que líderes religiosos, cumplían la función de monarcas o jefes de estado, sin estar ajenos a las juegos de poder y corrupción que esa posición implicaba, sobre todo en esa época de guerras e invasiones imperialistas.
Los Estados Pontificios eran bienes territoriales (importantes extensiones de terreno) donados por emperadores cristianos.
Tal explicación, dada por José Mario Méndez, director de la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión de la Universidad Naciona l, ayuda a entender cómo la tiranía vistió las ropas de quien se dice es el representante de Cristo en la Tierra.
Julio II no fue el único Papa que rayó en el despotismo. Se menciona también a Sixto IV (1471–1484), quien toleró la Inquisición, “acomodó” familiares en puestos de poder y “vendió” indulgencias. En la lista de los más villanos, Alejandro V I –más conocido como Rodrigo de Borgia– es otro infame ejemplo. Siendo pontífice entre 1492 y 1503, maquinó intrigas y traiciones para acaparar el poder.
Méndez señala que con la disolución de los Estados Pontificios en 1870, tras la invasión a Roma, se acaba con la autoridad militar y política que tenía el Papa, y su poder se vuelve entonces más simbólico.
Esto genera una cambio radical en el accionar de los sumos pontífices; por ejemplo, León XIII defendió durante su papado (1878-1903) a la clase obrera mediante la Carta Encíclica Rerum Novarum , que es considerada la Carta Magna de la doctrina social de la Iglesia. En esta, el Papa denunció el empobrecimiento del proletariado y defendió el derecho de los obreros a asociarse en sindicatos.
Muchos siguieron sus pasos, promovieron la bondad y tuvieron como norte unir a los pueblos en un mundo marcado por las diferencias ideológicas.
Juan Pablo I I es el más fresco referente. Su gestión coincidió con la Guerra Fría y su misión fue revivir la esperanza.
Conocido como “El Papa viajero”, visitó Costa Rica hace 30 años y su presencia congregó multitudes.
A continuación, un repaso a la lista de los pontífices de más sonada trayectoria.