La cantante checa Vera Bila, con su voz única, es la reina de la música gitana en todo el Viejo Continente, pero no en su propia patria.
Sentada en el camerino de un pequeño teatro de Praga antes de salir al escenario, Vera Bila encadena los cigarrillos a pesar de su bronquitis crónica.
A los 50 años, con una larga cabellera negra, una piel oscura y un imponente diámetro, Bila se parece a las legendarias cantantes de blues estadounidenses de entre las dos guerras que se jactaban de excesos parecidos a los de ella.
Como ellas, canta sobre hombres y mujeres infieles, miseria, alcohol y prostitución.
"Quiero emborracharme como un miserable porque mi mujer me engaña", dice una canción gitana que escribió con su grupo Kale, cinco guitarristas que son sus propios primos.
El repertorio del grupo mezcla la música gitana de Europa central y el pop de los años 60. Su compañía de discos BMG tituló su primer album en 1995 Rom pop.
Desde entonces, Bila ha realizado otros dos discos y un tercero saldrá en las próximas semanas.
Pero mientras ha actuado ante 17.000 personas en el Hollywood Bowl de Los Ángeles, solo consigue atraer a dos centenares de personas en Praga.
A Bila no le gusta hablar de racismo contra los gitanos, particularmente extendido en la República Checa, donde son llamados despectivamente "los negros". "No hago política", dice lacónicamente.
A pesar de su éxito internacional, sigue llevando una vida de pobre gitana: vive en un apartamento pequeño de una habitación con su esposo en Rokycani, cerca de la ciudad industrial de Pilsen.
"Cuando estoy en casa estoy enferma, pero cuando salgo al escenario inmediatamente me siento mucho mejor", dice esta extraordinaria artista, mientras repasa en su mente sus viajes, sus escenarios y a toda la vieja Europa que ella sabe conquistar.