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Esta muchacha de 23 años, habitante de un barrio pobre de Kingston, quiere aclarar su piel y adquirir un tono café con leche, típico de la élite jamaiquina y preferido por muchos hombres del barrio. Cree que una piel más clara puede allanarle el camino a una vida mejor y destina parte de su modesto sueldo a brebajes baratos comprados en el mercado negro, que prometen aclarar su pigmentación.
Simpson y sus amigas ignoran campañas de salud pública y la recomendación de que no incurran en esas prácticas peligrosas que hacen las canciones de música
“Oigo que la gente dice que blanquearse la piel es algo lamentable, pero lo hago y lo seguiré haciendo, porque me gusta, no es tan inseguro”, declaró Simpson, mientras su hijita le saltaba en la falda.
Es común que la gente de todo el mundo trate de alterar el color de su piel, en salones de bronceado artificial o usando químicos para aclararla.
En los barrios pobres de Jamaica, los médicos dicen que el blanqueado de piel llega a proporciones peligrosas.
“Sé de una mujer que quiso aclararle la piel a su bebé. Se molestó mucho cuando le dije que dejara de hacerlo y se fue del consultorio. Me pregunto qué habrá sido de ese bebé”, expresó Neil Persadsingh, renombrado dermatólogo jamaiquino.
La mayor parte de la gente que quiere aclararse la piel usa cremas de venta libre, muchas de ellas imitaciones importadas del África. El uso prolongado de uno de sus ingredientes –la hidroquinona– ha sido asociado con desfiguraciones llamadas ocronosis, que causan un oscurecimiento de piel disparejo. Los médicos indican que el uso continuo de blanqueadores puede dejar marcas en el rostro.
En Japón, la Unión Europea y Australia, la hidroquinona no es de venta libre. En Estados Unidos se pueden vender sin receta las cremas que no tengan más de un 2% de esa sustancia.
Las cremas blanqueadoras no están bien reguladas en Jamaica, donde, al costado de cualquier carretera hay vendedores que ofrecen tubos y bolsas de plástico con polvos y cremas.
“Muchos de los tubos no tienen etiquetas con sus ingredientes”, dice Richard Desnoes, presidente de la Asociación de Dermatología de Jamaica.
Los jamaiquinos más empecinados en aclarar su piel usan cremas ilegales traídas de contrabando, que contienen toxinas como mercurio, un metal que bloquea la producción de melanina (la cual le da a la piel su color) pero también puede ser tóxico.
Algunas personas pobres recurren a mezclas caseras de dentríficos o curry en polvo, que pueden causar manchas amarillas en la piel.
El Ministerio de Salud no tiene estadísticas sobre los daños causados por los blanqueadores, pero dermatólogos y otros funcionarios del área de la salud dicen que cada vez hay más casos.
Eva Lewis-Fuller, a cargo de la promoción y protección de la salud en ese ministerio, está redoblando sus esfuerzos para combatir el uso de blanqueadores en esta isla.
En Jamaica, 2,8 millones de habitantes son de raza predominantemente negra, pero se emplean personas de piel clara en los anuncios publicitarios.
En las páginas sociales de los diarios abundan las personas de tez clara.
“El blanqueado ha empeorado y se ha diseminado en años recientes”, expresó Lewis-Fuller. Las personas que se aclaran la piel quieren ser aceptadas en la alta sociedad y buscan resultar atractivas para las personas del otro sexo y tener más oportunidades laborales.
Las autoridades de salubridad difunden mensajes en la radio, colocan afiches en las escuelas, dan conferencias y distribuyen literatura sobre los riesgos. Una campaña similar en el 2007 no tuvo mucho éxito.
El uso de blanqueadores ha generado un debate público y aparece con frecuencia en temas de
El promotor más conocido del blanqueamiento es el astro de la música Vybz Kartel, cuya piel se ha aclarado visiblemente en los últimos años.
Kartel sostiene que el blanqueo es una elección personal, igual que los tatuajes.
Christopher A.D. Charles es profesor adjunto del Monroe College de Nueva York y, además, ha estudiado la psicología de quienes se blanquean. Él dice que muchos jamaiquinos creen que es algo moderno, como el botox.
Otros, afirman que quienes proponen el blanqueamiento de la piel pueden tener problemas de identidad racial.
“Si realmente queremos contener la propagación del blanqueo de piel, primero tenemos que admitir que hay una epidemia de prejuicios relacionados con el color de la piel, manifestó Carolyn Cooper, profesora de literatura y estudios culturales de la Universidad de las Indias Occidentales, en un artículo publicado por el diario
Felicia James, de 20 años, residente en el barrio pobre de Matthews Lane, dijo que el blanqueado de la piel la hace sentir especial. Su hermana mayor y unas amigas fueron quienes le enseñaron a aclararse la piel.