“Soy un hombre de frases cortas y paréntesis largos”, decía Augusto Monterroso (Tito para sus amigos). Diestro en el arte de reírse de sí mismo, Tito construyó un personaje y una obra que se replican como espejos, llenos de originalidad, buscando el estilo perfecto que no se note.
Nacido en Honduras, su patria de elección fue Guatemala; allí vive de los 16 a los 22, cuando llega desterrado a México que lo acoge hasta su muerte octogenaria.
Su primer libro se tituló Obrascompletas (1959); a este lo vino a coronar Elrestoessilencio, publicado casi 20 años después y, en medio de ambos, surgieron los relatos de Laovejanegra y una serie de fábulas, ensayos y otros textos.
A Monterroso le tocó una época jefeada por el boom , pletórico de novelas gigantescas, intimidantes. Pero alguien descubre un día su literatura y que, allá por los 60, él perpetró el cuento más breve de la historia. Se llama Eldinosaurio y dice: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
Aquí se dispara el mito Monterroso y el conjunto de sus libros gana espacio. Tito recibe premios, honores. Se hace justicia. Aunque no siempre la celebridad significa que te lean. Por ejemplo, una dama encopetada, entre signos de admiración, le confesó: “¡Ay, eldinosaurio es lo que más me gusta de todo lo que ha escrito! Y eso que aún voy por la mitad!”.