Cuando la vida no vale nada, la muerte tiene un precio. Eran otros tiempos, los siete pecados capitales quedaron en cinco, porque la avaricia y la lujuria se fueron para Hollywood. Los estudios de cine hicieron clavos de oro a costillas de las pobres almas que deambulaban en busca de la más caprichosa de las diosas: la Fortuna.
En esas penaban Spanky, Stymie, Perlita, Pete –el perro– y Darla. ¡Se acuerdan! la esquiva musa de aquel pecoso guila emperifollado, de traje y lacito en el cuello, que cantaba horrible y lucía peor con su pelillo de carrera al centro y un pirucho en la coronilla. Carl Dean Switzer... ¡Noooo!... Alfalfa.
Nunca fue a la escuela, ni estudió nada. A los siete años, en 1934, fue a California de paseo con su familia y –junto con su hermano Harold– entró a una cafetería de los estudios del productor Hal Roach; este los vió y de inmediato los contrató para actuar en una serie de cortos. Así lo cuenta Leonard Maltin en su libro
Por aquel entonces solo se necesitaba encanto para entrar al mundo del espectáculo; como no existían sindicatos de actores los productores los explotaban sin piedad y solo servían mientras podían atraer público a la taquilla.
Alfalfa pasó por esa criba y aunque era medio burro para el estudio, suplía su ignorancia con picardía y obediencia absoluta al director de los filmes, quien halló un filón de plata en el precoz niño.
En 1935 grabó
Tanto Spanky como Darla coincidían en que Alfalfa daba unas bromas muy pesadas y tenía una conducta bastante errática y agresiva con ellos.
Carl fue uno de tantos niños triturados por la industria del cine, por sus padres Gladys Doerr y Frederick Switzer, que lo lanzaron al mundo el 7 de agosto de 1927 en París, Illinois.
Muchos actores de
No hay mal que por bien no venga. Futuros mitos del cine, como Shirley Temple, Mickey Rooney y Judy Garland, hicieron cabriolas ante Roach para obtener un papel pero fueron rechazados.
El sentido del humor era muy fresco, como los pequeños no sabían leer los diálogos eran improvisados y ellos se comportaban conforme a su edad, sin imitar las actitudes o palabras de los adultos.
Los 220 cortometrajes de la serie se dividieron en tres etapas, las dos primeras durante la era del cine mudo. Comenzó con
A partir de 1955 la serie pasó a la televisión y así capturó el interés de nuevas generaciones.
Pero volvamos al elenco de los años 30. Para Alfalfa todo iba de maravilla hasta que la edad se le vino encima. Tardó en cumplir doce años y ya era un anciano para el papel de niño; así que a partir de 1940 probó suerte con otros personajes, pero en ninguno encajaba. Salió de extra en
Y si le fue mal en los negocios, todavía más en el amor. En 1954 se casó con Dian Collingwood y tuvieron un niño, pero la pareja solo duró cuatro meses.
Intentó con la televisión pero ya estaba encasillado como el chico pecoso y peliparado; cantó desafinadamente en el programa de Roy Rogers y en 1958 compartió escenario con Sidney Poitier y Tony Curtis en
Spanky acabó sus días como vendedor de muebles; Darla de corista en un club nocturno; “Wheezer” murió a los 19 años en un accidente aéreo; Dorothy, se suicidó; Scotty, falleció por una sobredosis de fármacos; Robert Blake –Baretta–, fue acusado de matar a su mujer y hasta el perro Pete tuvo un cruento final, envenenado por un desconocido.
Alfalfa la tuvo peor. La realidad lo bajó de la nube en que andaba. Cumplió 18 años y lo echaron del plató por la puerta trasera. Nadie le ayudó. Hollywood lo trató como un descastado y solo le ofreció las sobras. Sin educación, sin trabajo, sin amigos, sin plata, buscó vida entre los restos humanos que caían del festín de Hollywood y comenzó a codearse con hampones. Encontró empleo de cantinero y ahí aprendió a vivir de los demás.
El lunes 22 de enero de 1959, El centinela de Ficthburg, Massachusetts, tituló en la página cuatro, a dos columnas y con una sonriente foto infantil: “Alfalfa de ‘nuestra pandilla’ muerto. Tiroteado en discusión por $50”. En el artículo los detectives Louis Bell y Ernest Johnson describieron el hecho. Todo fue muy rápido: la noche anterior Alfalfa estaba bien borracho y con su amigo –el fotógrafo– Jack Piott, fue a cobrar una deuda a Moses “Bud” Stiltz, un perdonavidas que alquilaba perros de cacería.
Fue por lana y salió baleado. Stiltz le perforó la ingle de un tiro y Alfalfa rebotó contra una pared, se dobló y murió desangrado, según la versión del
La última actuación de Alfalfa había comenzado meses atrás, cuando decidió entrar en el negocio de la cacería y alquilaba perros para sus clientes, algunos tan renombrados como James Stewart y Henry Fonda.
“Bud” Stiltz –un sujeto de muy malas pulgas– le había prestado un canino, pero este escapó en una de la expediciones y Alfalfa ofreció $35 de recompensa a quien se lo regresara. La víspera del crimen un vecino le llevó el perro a la cantina, cobró el rescate y pidió $15 de crédito en licor. Total de la deuda: $50.
Una primera versión periodística de los hechos aseguró que la exestrella sacó una cuchilla y amenazó al grandulón, quien desenfundó un revólver; ambos se trenzaron en una pelea y en la disputa el arma se disparó accidentalmente e hirió de muerte a Alfalfa.
Años después Tom Corrigan, hijo de Rita, dijo que las cosas no ocurrieron así y que Alfalfa había sido asesinado con alevosía, porque jamás amedrentó a su padrastro. “Stiltz era cruel, me hacía a un lado, nunca supe que le vio mi mamá”, comentó Corrigan al recordar aquella fatídica noche.
La noticia sorprendió a sus viejos amigos de
George “Spanky” McFarland reconoció que Alfalfa “careció de la guía de sus padres, nunca recibió educación y no podía distinguir entre lo bueno y lo malo”. Quien fuera su novia en la pantalla, Darla Hood, comentó que en ocasiones “le daba miedo y perdía el control de sí mismo”.
Tras la muerte de Alfalfa quedaron muchas interrogantes. Debajo del cadáver había una cuchilla cerrada, lo que hacía presumir que el exactor nunca tuvo intención de usarla. La policía tampoco entrevistó a Piott ni a Corrigan, testigos directos de los acontecimientos.
El juez que vio el caso liberó a Stiltz por considerar que actuó en defensa propia al matar a un borracho que apenas podía sostenerse en pie y que supuestamente lo amenazó con una cuchilla, mientra el otro tenía un revólver.
Aún en la muerte la desgracia persiguió a Alfalfa; el mismo día en que lo asesinaron murió el afamado director Cecil B. DeMille y eso marginó la noticia, que apenas fue mencionada en unos pocos periódicos.
Carl Dean Switzer está sepultado en Hollywood Memorial Park, su lápida tiene el dibujo de un perro –en recuerdo de Pete–, dos símbolos masónicos y la leyenda: Amado padre, hijo y hermano.
La vocecilla destemplada y chillona de Alfalfa aún resuena en los recuerdos infantiles del público; tal vez escapa de las garras de Butch, su nemésis, y le ofrece a Darla flores robadas del Paraíso. 1