La ciencia no dejó espacio a ninguna duda: aquel pedazo de pan y el vino de aquella copa que un incrédulo sacerdote de Lanciano, Italia, sostenía durante la consagración, se convirtieron en carne y sangre humana.
Así ocurrió el llamado milagro eucarístico de Lanciano, el más antiguo de los conocidos hasta la fecha, y que el doctor italiano Odoardo Linoli volvió a colocar en la palestra noticiosa hace unas semanas, para confirmar la misteriosa transformación.
El fenómeno se remonta al siglo VIII, en una iglesia italiana dedicada a san Legonziano. Hacia el año 750, existió en esta iglesia un monje que dudaba de la creencia católica que afirma que Cristo se hace presente en las especies del pan y el vino.
Después de terminar el rito de la consagración, el religioso dudó de nuevo. En ese momento, vio cómo la hostia se transformaba en carne y el vino, en sangre, que posteriormente se coaguló.
No se conoce el nombre ni otros datos del monje, solo que pertenecía a un núcleo de orientales basilianos que habían llegado a Lanciano como prófugos.
Tras el misterioso hecho, los monjes custodiaron las reliquias hasta el año 1176, en que pasaron al cuidado de los benedictinos.
En 1252, los franciscanos conventuales ocuparon la iglesia del pueblo italiano y quedaron a cargo de las reliquias. Desde 1902, aquella hostia se conserva en un ostensorio de plata, y el vino en un cáliz de cristal, coagulado en cinco glóbulos de distinto tamaño. Ambos fueron sometidos a cuatro reconocimientos eclesiásticos en 1574, 1637, 1770 y 1886.
Hoy Linoli asegura que, hace dos décadas, cuando analizó las reliquias de Lanciano, sostuvo en sus manos un verdadero tejido cardíaco. El galeno participó hace poco en el Congreso sobre milagros eucarísticos que organizaron en Roma el Ateneo Pontificio Regina Apostulorum y el Instituto San Clemente I.
En noviembre de 1970, por iniciativa del arzobispo de Lanciano, monseñor Pacifico Perantoni, y con la autorización de Roma, los franciscanos del pueblo italiano decidieron someterlas a examen científico.
La labor fue encomendada a Linoli -profesor de anatomía e histología patológica, de química y microscopía clínica, y exjefe del Laboratorio de Patología del hospital de Arezzo- con la ayuda del profesor Ruggero Bertelli, de la Universidad de Siena. El galeno extrajo partes de las reliquias y reveló los resultados de sus análisis el 4 de marzo de 1971.
Según ambos, quedó en evidencia que la carne y la sangre eran de naturaleza humana.
"La carne era inequívocamente tejido cardíaco, y la sangre era verdadera y pertenecía al grupo AB", reveló el informe.
"Por lo que respecta a la carne, me encontré en la mano con el endocardio. De modo que no hay duda: se trata de tejido cardíaco. En cuanto a la sangre, el grupo sanguíneo es el mismo del hombre de la Sábana Santa de Turín, y es particular porque tiene las características de alguien que ha nacido y vivido en Oriente Medio", contó Linoli a la agencia Zenit.
El análisis reveló además que las reliquias no contenían sustancias conservantes y que la sangre no pudo haber sido extraída de un cadáver, pues se habría alterado con rapidez.
En 1973, la Organización Mundial de la Salud (OMS) nombró una comisión científica para verificar las conclusiones de ese estudio. A lo largo de 15 meses, se hicieron unas 500 pruebas y todas confirmaron lo declarado y publicado en Italia. En diciembre de 1976, la OMS divulgó un extracto de tales resultados, en los que se afirmaba que la ciencia no pudo explicar el fenómeno.
Otros milagros eucarísticos
Hasta hoy, se tiene registro de milagros ecuarísticos ocurridos en Italia, Francia, Corea, Holanda, Alemania y Venezuela. Estos son algunos: Padua, Italia (1225). San Antonio se enfrentó a un personaje importante de su ciudad mediante una apuesta para comprobar la presencia de Cristo en la hostia consagrada: si una mula se inclinaba ante la hostia, él creería. San Antonio aceptó la apuesta, pero pidió que la mula ayunara por tres días. Llegado el día, colocaron en un rincón comida para la mula y san Antonio se puso al otro lado. Soltaron a la mula y esta, en vez de dirigirse a la comida, se acercó a la hostia y se arrodilló ante ella. Trani, Italia (1000). En un acto de brujería, una mujer hizo hervir una hostia consagrada. Esta se volvió de carne humana y sangró considerablemente. La hostia se mantiene incorrupta hasta hoy. Santarem, Portugal (1247). A pedido de una bruja, una mujer se robó una hostia para mandar a hacer un pócima con la que su esposo dejaría de serle infiel. Escondió la hostia en el fondo de un baúl; pero durante la noche, la hostia comenzó a brillar, iluminó toda la casa y la mujer tuvo que confesarlo todo a su esposo. Al abrir la caja, encontraron que la hostia estaba sangrando. Walldurn, Alemania (1330). Durante una misa, el cáliz salpicó vino al corporal (paño) del altar y se manchó de sangre, dejando la forma de un crucifijo rodeado de 11 cabezas de Cristo coronadas de espinas, que se mantienen hasta hoy. Boxtel-Hoogstraten, Holanda (1380). Un sacerdote, durante la celebración de la misa, usó vino blanco para consagrar. Callando su secreto, derramó sin querer un poco de este vino sobre el corporal (pañito) y el altar. Esta mancha se convirtió en sangre. Para ocultar su negligencia, lavó el corporal, mas la sangre se mantuvo, así que ocultó por años el corporal. Antes de morir confesó la experiencia y cuando encontraron el paño, la sangre seguía fresca. Naju, Corea (1985). Julia Kim, una presunta vidente coreana, recibió la hostia en comunión en varias ocasiones, y esta se transformó en carne y sangre dentro de su boca, incluso en presencia del papa Juan Pablo II. Moure, Portugal (1997). En una hostia consagrada durante una misa, apareció el rostro de Jesucristo. La hostia es hoy venerada por los feligreses. Betania, Venezuela (1991). En diciembre, el padre Otty Ossa Aristizábal celebraba la misa. Durante la consagración, partió la hostia en cuatro partes y uno de los pedazos sangró. El análisis determinó que era de tipo AB. © 2005. LA NACION S.A. El contenido de nacion.com no puede ser reproducido, transmitido ni distribuido total o parcialmente sin la autorización previa y por escrito de La Nación S.A. Si usted necesita mayor información o brindar recomendaciones, escriba a webmaster@nacion.com