Por tradición familiar, debió haber estudiado ingeniería; sin embargo, Cecil Alexander Murray Lindo decidió hacerle caso a sus instintos y, siendo muy joven, se trasladó a Canadá para hacer realidad su sueño de convertirse en aviador.
Así fue como el hijo del ingeniero Alex Murray Macnair (uno de los fundadores del Instituto Costarricense de Electricidad) y de doña Zaira Lindo Quesada, se transformó en uno de los primeros pilotos que voló para la compañía Lacsa, en la década de 1940. Hasta ayer, –cuando la avioneta en que viajaba cayó sobre una vivienda en Oakland Park, Florida, Estados Unidos– ostentaba el título del aviador activo con mayor edad en el país.
A sus 80 años (iba a cumplir 81 el próximo 7 de agosto), don Cecil eratodo un personaje en el aeropuerto Tobías Bolaños, en Pavas, donde a diario se le veía llegar a supervisar la compañía Aviación Agrícola. La fundó en 1956, cuando él mismo comenzó a dar servicios de fumigación en todo el territorio nacional.
En aviones fumigadores de pistón o de combustión interna, con cabina para una sola persona, este piloto ganó experiencia y logró consolidar su empresa, donde hoy trabajan más de 30 personas.
“A estas alturas don Cecil ya casi no volaba fumigadores, pero sí le puedo decir que pasaba en el aire la mayor parte del tiempo, porque esa era su vida. Nada en este mundo lo hacía más feliz que irse con sus propios aviones a pasear. Es más, hace pocos días voló a Honduras para ir a bucear con su familia”, cuenta don Carlos Avendaño Rojas, administrador de Aviación Agrícola y quien lamenta profundamente la muerte de la persona que le pagó sus estudios universitarios.
Según dice, Murray era dueño de varias aeronaves. Además de ocho fumigadores de turbina, tenía un Cessna 310 (bimotor) y un Cessna 206 (monomotor) . También poseía un avión ultraligero con flotadores, que acostumbraba llevar al Arenal o al Tempisque, entre otros sitios. En estos días, tenía previsto vender la aeronave en la que se estrelló, un Cessna 421, con capacidad para 8 pasajeros.
“Era un piloto muy experimentado, buenísimo. Se cuenta que una vez, hace mucho, mientras volaba un fumigador, tuvo un percance muy serio. Se le arrancó el motor y siete veces cayó en barrena ( posición vertical y con una trayectoria helicoidal) y aún así logró aterrizar cerca de la carretera Interamericana”, rememora el piloto Alejandro Nieto Yzaguirre, quien conocía a Murray desde hace 40 años.
“A mi abuelo le fascinaba la aventura y los deportes, fue uno de los primeros paracaidistas. Le gustaba ir a pescar con su velero, nadar, bucear y jugar tenis. Era muy saludable y nos motivaba a hacer ejercicio”, recuerda su nieto, Sebastián Chaves Murray.
Don Cecil también cultivaba la tierra y, en la finca cafetalera que su familia posee en Orosi, planeaba implementar el cultivo del cas.
Le sobreviven su esposa Janice MacKenzie, tres hijas, cuatro nietos y dos bisnietas. Colaboró Johan Umaña, periodista