Don Sergio Ramírez y su artículo sobre la “charter city” que se construirá en 33 km² de suelo hondureño despertaron mi curiosidad. Me activó, me puso a pensar, porque el modelo de zona de reforma especial que propone el economista Paul Romer es, en esencia, un enclave con gobierno, reglas, normas y leyes propias que pueden diferir, notablemente, del sistema de reglas vigente de un país ( www.chartercities.org ). En el caso de Honduras, según Ramírez, parece que el Estado se reserva la defensa militar, las relaciones exteriores y emisión de pasaportes.
Una rápida búsqueda en Internet me aclara que hay muchos tipos de “charter cities”, pero el modelo teórico tiene problemas y, según mi buen entender, es un artificio que dista mucho de la realidad. Por razones de espacio, me limito a analizar tres aspectos.
Primero, la ciudad, por definición, es un centro urbano de infraestructura y relaciones complejas, en que se conforma y comparte una realidad socioeco-nómica, ambiental y cultural que afecta a personas, países y regiones. Siendo optimistas, es posible que la “charter city” logre la convergencia y combinación de tecnologías energéticas, de información y comunicación, de construcción y transporte, que permiten mejorar y acelerar la eficiencia de los servicios en la ciudad y hacer un mejor uso de los recursos, pero es muy poco factible que logre establecer los lazos sociales y culturales (identidad y valores compartidos) indispensables para estimular la acción individual y colectiva, la adaptación al cambio y la colaboración de los habitantes.
Segundo, no hay una ciudad igual a otra. Son diversas por naturaleza; aunque todas tienen raíces y dinámica propia. Son centros de innovación y desarrollo económico, pero también asiento de oportunidades y riesgos. Cubren 2% de la superficie del globo, pero consumen 75% de los recursos globales y dos tercios de la producción de energía mundial (Citystates, 2012 www.greenbiz.com ).
Su sostenibilidad, en términos de recursos naturales, cambio climático, pérdida de biodiversidad, densidad poblacional, pobreza e igualdad de derechos, excede sus límites físicos y tiene repercusiones regionales y globales. En otras palabras, el efecto de la “charter city” de Honduras va mucho más allá de los 33km² cedidos o segregados por el Gobierno hondureño, pero este deberá satisfacer todas las necesidades en los diferentes rubros. Como ejemplo, limitémonos a energía eléctrica y agua.
Tercero, Internet maravillosa me muestra en pocos minutos dos artículos cuyo contenido amerita reflexión. El primero dice que el 2 de julio del 2012 la Corte Suprema de California decretó que las “charter cities” del estado californiano –modelos muy moderados si se comparan a la futura ciudad hondureña– no están obligadas a pagar los salarios prevalecientes por ley en proyectos públicos locales. La corte dejó claro que las “charter cities” son “autónomas” en sus decisiones. Esto puede motivar, según los autores, que las ciudades busquen ingresar al régimen de “charter cities” para evadir el cumplimiento de salarios establecidos por ley, entre otras cosas (Jonas & and Kolek Julio 10, 2012 Thought leadership/Alerts www.nixonpeabody.com ). ¿Qué hará el Gobierno hondureño para garantizar los derechos humanos y laborales de los hondureños que presten servicio dentro del enclave?
El segundo artículo, titulado California “Charter” Cities are Under the Microscope (Audi, White y Tates 2012 http://online.wsj.com ), nos informa de que las tres últimas ciudades “charter” que buscan declararse en bancarrota han visto derrumbarse el valor de las viviendas, el ingreso de impuestos y el empleo. La autonomía de gobierno, la libertad de establecer sus propias reglas sobre elecciones, salarios y contratos, puede estar en la raíz de los problemas, plantean los autores. Bell es un buen ejemplo. Ciudad pequeña, de clase trabajadora, cerca de Los Ángeles, Bell obtuvo gran notoriedad en 2010, cuando se hizo público que el administrador de la ciudad tenía un salario de $800.000 al año y algunos miembros del Concejo de la ciudad recibían un ingreso anual de $100.000. La condición de “charter city” permite que estos funcionarios no tengan límites salariales. Moraleja: parece que en todo lado se “cuecen habas”.
A siete mil millones se eleva la población mundial en 2012 y más de 50% reside en las ciudades. La migración del campo a la ciudad, y otros factores, harán que el número de habitantes urbanos ascienda a 70% hacia el año 2050, según proyecciones de las Naciones Unidas (UN World Population Prospects (revision) 2010 www.populationspeakout.org ).
Las ciudades crecerán y la sostenibilidad de estos centros urbanos requerirá cada vez más conocimiento y buen manejo político y administrativo. Los Gobiernos tendrán que definir hasta dónde alcanzará la expansión de las ciudades existentes, qué nuevas ciudades serán creadas y qué tipo de administración tendrán estas.
¿Ciudades sostenibles o “charter cities”? Según Montenegro, “hay sólo un paso entre una idea genial y una locura. Hasta ahora, este parece ser el caso de la propuesta de Paul Romer, el famoso economista de la teoría del crecimiento, para atacar la pobreza en el planeta ( www.elespectador.com )”.No hay tal combate a la pobreza porque el ingreso es controlado. La propuesta ha sido muy criticada porque los países pobres tendrían que ceder su soberanía sobre los territorios cedidos a otros países y no se garantiza el respeto y promoción de los derechos humanos. Hasta la fecha, ningún país desarrollado ha cedido su territorio para este proyecto.