¿Una casa neocolonial? Muchas personas pueden pensar que ni siquiera existe en Costa Rica o no saben identificarlas; sin embargo, es fácil localizar una de ellas. Sólo basta echar un vistazo por los barrios González Lahmann, Escalante o La California. Son aquellas hermosas residencias blancas, con arcos en las puertas y ventanas, un balcón, decoraciones en madera y techo de tejas.
Y a partir de ahora será más fácil reconocerlas: el ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios) de Costa Rica capturó su sobria elegancia y riqueza arquitectónica en su calendario para el 2003.
Bajo el título La casa Neocolonial en la ciudad de San José , esa entidad muestra 12 claros ejemplos de ese lenguaje arquitectónico; 12 casas ubicadas en los barrios como González Lahmann, Escalante, Los Yoses, La California, Roosevelt, Don Bosco, La Soledad y Otoya.
Esos inmuebles no solo tienen en común los elementos neocoloniales, sino también que aún se mantienen en buen estado y que fueron construidas en la década de los 40, por arquitectos como Teodorico Quirós, José María Barrantes, Miguel Ángel Herrero y Manuel Emilio Clare, entre otros.
El arquitecto Miguel Chaves, miembro de la Junta Directiva de ICOMOS y autor del pequeño ensayo que abre el calendario, le comentó a Viva que no es casual que todas las casas seleccionadas daten de esa época, porque fue entonces cuando nacieron esos barrios residenciales en San José que ensancharon el centro de la ciudad, y cuando los materiales que se ofrecían para construir las nuevas casas eran el concreto armado concreto con varilla, el ladrillo y la madera.
Además, es importante aclarar que el estilo neocolonial no solo se manifestó en las residencias, sino también influyó en lo institucional y hasta en las iglesias. Así, parientes de las casas que aparecen en el calendario son la Asamblea Legislativa, el Museo de Arte Costarricense, y la Iglesia de San Rafael de Escazú.
Una ruptura viva
Lo neocolonial en la arquitectura surgió como una búsqueda de nuevos lenguajes. Según explica Chaves, apareció en una época cuando los creadores arquitectos incluidos buscaban el origen de nuestras nacionalidades, el "quiénes somos", y la sociedad buscaba nuevas formas en todas las artes.
"Cuando se cumplen los 100 años de nuestra Independencia, se da un volver a ver hacia atrás, una reflexión sobre nuestra identidad... Además, en esa época se produjo un cansancio de la arquitectura neoclásica ejemplos, aunque no puros, son el Teatro Melico Salazar y el Edificio de Correos que privaba en lo institucional, que se volvió algo rígida, y cansina para la época. Así, el neocolonial se vuelve un lenguaje más libre y propio", detalla el arquitecto.
Agregó que ese estilo no retomaba la arquitectura colonial tica, donde privaban las sencillas casas de adobe y bahareque, sino que venía de afuera.
No obstante, se vuelven a usar los techos de las tejas y el blanco que recuerda las paredes encaladas combinados con las formas curvas en puertas, ventanas y volúmenes, los balcones y los artesonados de madera, así como torreones que acentuaban la entrada principal o la caja que encierra las escaleras al segundo piso.
El arquitecto reconoce que el neocolonial no es un lenguaje popular; sin embargo, recuerda que en la mitad del siglo pasado fue común que los maestros de obras, contratados para hacer pequeñas casas, se inspiraran y hasta copiaran los diseños de las imponentes casas neocoloniales de la época.
Es más, esa tendencia no ha muerto: "El neocolonial le encanta a los costarricenses, y desde los años 70 se han retomado sus elementos. Esto se produjo cuando la gente se cansó de lo moderno y empezó a pedir arcos, artesonados y madera...", afirma Chaves.
Antes y aún ahora, las residencias neocoloniales se caracterizan por tener mucha sombra, ser muy frescas y ventiladas.
Por eso, si quiere darse una vuelta por las casas de un San José del pasado y del presente, échele un vistazo al calendario.