En poco más de cinco años, la cobertura de coral vivo en bahía Culebra, en Guanacaste, pasó de un 40% a apenas un 3%.
La razón de esa pérdida se debe al aumento en el número de erizos de mar ( Diadema mexicanum ) que se alimentan de las algas que recubren el coral.
“Los erizos, al comer, raspan las algas que están encima del coral, pero siguen hasta el basamento y eso erosiona el arrecife. Si son pocos, los erizos permiten controlar la cantidad de algas para guardar el equilibrio, pero, si son muchos, se comen todo y el arrecife se debilita”, explicó Juan José Alvarado, investigador de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica (UCR) y del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar), quien analizó el estado de los arrecifes coralinos desde México hasta Panamá.
Su investigación formó parte de un proyecto regional de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, cuyo resultado fue publicado en la Revista de Biología Tropical.
En año y medio, Alvarado evaluó 12 localidades de arrecifes ubicadas desde el golfo de California hasta el golfo de Panamá. En el país, se centró en Isla del Coco, isla del Caño y bahía Culebra.
Con ayuda de una cuadrícula de un metro cuadrado y tres transectos de diez metros de largo y uno de ancho, colocados de forma paralela a la costa y a una profundidad máxima de diez metros, midió la cobertura de coral, identificó las especies, contó los erizos y cuánto del coral se estaban comiendo.
“La mayoría de los arrecifes tienen entre un 40% y 60% de cobertura coralina y las densidades de erizos son menos de un individuo por metro cuadrado. La excepción es Culebra, que tenía la cobertura más baja: apenas un 3%. En 1995, un estudio de Carlos Jiménez calculó que la cobertura de la bahía era un 40-50% (y así se mantuvo durante diez años)”, dijo Alvarado.
Al calcular la densidad de erizos, Alvarado notó que, mientras el resto de las localidades tenían menos de un individuo por metro cuadrado, Culebra tenía 3,5 erizos por metro cuadrado. “Aunque vi sitios en la bahía donde había hasta ocho individuos por metro cuadrado”, contó el investigador.
Asimismo, el estudio indicó que, de seguir aumentando los erizos –unos cinco por metro cuadrado–, el arrecife no sería constructivo. “Empieza a ser un arrecife plano y esto hace que no haya grietas para el desarrollo de peces, por lo que la biodiversidad se va perdiendo”, comentó Alvarado, y agregó: “Si bien no se va a bucear, ahí crecen los peces juveniles que, de adultos, van a poblar los sitios de buceo. Si nos quedamos sin zonas de crianza, el atractivo turístico se va a perder”.
Erizos como síntoma. “La alternativa tampoco es matar al erizo. Él no es el culpable, sino un síntoma del desequilibrio en el ecosistema”, destacó el investigador.
Lo que pasa debajo del agua es reflejo de las acciones que se toman en tierra. La descarga de nutrientes debido a escorrentía y el mal manejo de aguas servidas, propician el crecimiento de algas y las algas atraen a los erizos.
“Se necesita controlar las poblaciones de erizos, y eso se logra regulando la costa. Aunque se haga un manejo en lo marino, también es necesario uno terrestre. Por ejemplo, en lo marino, se puede regular la pesca para solo capturar peces de ciertas tallas y así garantizar depredadores, mientras que, en lo terrestre, hay que hacer un manejo de cuencas efectivo y planificación costera”, detalló Alvarado.
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