Él llegó a Costa Rica en 1963, atraído por el estudio de un escarabajo. Hoy, 49 años después, este estadounidense es uno de los investigadores con más estudios en el bosque seco de Guanacaste.
Vive aquí junto con su esposa, Winnie Hallwachs, y su puercoespín Espinita, y le importa mucho la biodiversidad nacional.
Él se dice preocupado por el deterioro de las iniciativas de protección de los recursos naturales en Costa Rica pues las leyes vigentes no son suficientes. Faltan recursos y esfuerzos ciudadanos.
Este es un extracto de una entrevista con él en el marco de la nueva serie de pósteres coleccionables de La Nación, titulada “Costa Rica al natural”.
Si vamos a evaluar la conservación, primero tenemos que definirla. ¿Cuál es su concepto de lo que debe ser la conservación de los recursos naturales?
Creo que la conservación, en términos ecológicos, debe entenderse como guardar o preservar una porción de territorio o un área mayor a 50.000 hectáreas en su estado natural, dejando sus procesos de ecología y evolución caminar a su ritmo, pero permitiendo lo que yo llamo el ‘biodesarrollo’.
¿Qué es el biodesarrollo?
Es cuando se intenta asegurar que los productos potenciales de un ecosistema puedan ser aprovechados por el ser humano, pero sin causarle daños serios.
”El objetivo debe ser que estas áreas naturales sean útiles para los habitantes de la zona y la sociedad a nivel regional, nacional e internacional. Es decir, donde se acepta que para integrar esta área natural a un nivel aceptable con la sociedad que la rodea se debe pagar la presencia de unas huellas livianas y recuperables en el ecosistema”.
¿Cómo les explica usted a las personas cuál es la relación entre la conservación de los recursos naturales con su cotidianidad?
Esto depende totalmente de la persona y sus agendas e intereses. Es exactamente igual a ser alfabetizado. Cuando usted tiene cinco años y aprende leer, no tiene la menor idea de cómo lo va a usar en el futuro y cada persona lo usa diferente. Pues la conservación es igual, hablamos de personas bioalfabetizadas cuando pueden leer la naturaleza en todos sus sentidos.
Entonces, con personas bioalfabetizadas usted quiere decir...
Puesto de otra forma, eliminar la naturaleza de la vida de uno es lo mismo que encapsularse en un infierno rodeado por puros artefactos de la humanidad que, aunque tienen mucho valor, son solamente una pequeña porción de lo que el humano es capaz de apreciar.
”Usted sin la naturaleza es como no tener ojos que le permiten apreciar los colores o sin el oído que le hace percibir la música. Sin naturaleza es perder la capacidad de saborear y olfatear, es estar sin las interacciones diarias, que son mucho más complejas de lo que puede confeccionar el humano”.
¿Usted diría que en Costa Rica se aplica su concepto de conservación? ¿Cómo ha evolucionado esta definición en la última década?
Es triste, pero diría que en la ultima década Costa Rica ha perdido mucho de su iniciativa y energía para la conservación, que era muy evidente entre 1970-2000.
”Hoy, mientras los viejos pierden su energía, los jóvenes van por otras cosas. Lo que hay es una gradual descomposición de las áreas silvestres actuales, porque estas son pequeñas y están maltratadas y muy fragmentadas porque no se les permitió desarrollar por completo su capacidad de florecer como ecosistema.
”Están afectadas por no ser completamente descentralizadas, por no recibir la proporción justa de las ganancias que generan al país en bienes y servicios.
”La descomposición de la voluntad costarricense es una tragedia casi invisible a su sociedad, en gran parte ciega a lo que es la naturaleza, ciega a lo que tenía y tiene todavía el país y su tendencia de centralizarse en vez de descentralizarse. La naturaleza de Costa Rica está como decimos en Gringolandia, muriendo de miles de pequeñas heridas en vez de una sola bomba”.
¿Hay algo que podamos hacer para curar esas heridas?
Se requiere que las instituciones y personas que tienen el poder de decisión en el país incluyan este tema en sus principales agendas. Costa Rica debe lograr que se deje de ver la naturaleza como un bien gratuito, disponible para que cualquiera saque provecho desenfrenado de ella.
”La naturaleza no tiene ni voz ni voto. La situación es urgente y requiere personas comprometidas en hablar por ella y defenderla, y que la sociedad los honre y los apoye a ellos, algo que hoy día no está sucediendo”.