Lo que ellas quieren(What Women Want). Dirección: Nancy Meyers. Guión: Josh Goldsmith y Cathy Yuspa. Fotografía: Dean Cundey. Música: Alan Silvestri. Con Mel Gibson, Helen Hunt, Marisa Tomei, Alan Alda, Ashley Johnson, Judy Greer.
Estadounidense, 2000. Estreno.
Si uno desmenuza Lo que ellas quieren , topa con agujeros negros evidentes: 1) el planteo es demorón; 2) una vez fijado el tema un caballero machista que oye pensar a las damas, el relato no saca partido de su filón de oro; 3) la promesa de romance entre Nick (Mel Gibson) y Darcy (Helen Hunt) tarda una eternidad; 4) Mel, tras un maquillaje erróneo, juega a Gene Kelly, medio padre y donjuán de oficio. ¿Sigo?
Pero, de golpe, las cosas viran...¡luego de una mullida siesta! Y lo que semejaba una comedia barata, a pesar de los muchos dólares invertidos, trota hacia su remozado final con cierta grandeza agónica.
La cinta de Nancy Meyers ( The Parent Trap , 1998) tiene el valor de reinventarse y corregir fallas. Mientras llueve sobre la no fotogénica Chicago (el agua mejora las escenas y, al caer sobre cemento y vidrio, sentimos los iones benéficos); mientras las réplicas veloces y vacías a las que Hollywood es tan afecto dejan lugar a la conversación y la imprevista calidez, uno pregunta: ¿cómo ocurre esto?, ¿quién es el arquitecto del giro de 180 grados?
La clave del misterio radica en que la película es dueña de la película. Cada uno la empuja un poco; y ella, entonces, anuda redes y lo hace con una cualidad "accional" que carga la historia de emoción y llega a movernos con su vara.
Las desventuras de la hija de Nick; el lado bueno de este que busca expiar su lado malo frente a Darcy y Lola (Marisa Tomei); el susto que nos provoca Erin (Judy Greer), una suicida teórica, convergen casi al mismo tiempo y el filme decide andar.
Su caminado es paralelo al caminado de los personajes frente a nosotros: el un-dos-tres de Mel rodeado de un enjambre de mujeres, después de la cita con la siquiatra (cameo de Bette Midler); el rumor de las mentes femeninas, una Babel sonora a paso de jogging ...
El cine suele ser desconcertante, amigos, y he aquí un digno ejemplo. Pero se trata de un desconcierto que forma parte de la enigmática trilogía de pantalla, filme y platea; y cuya posibilidad de que ocurra, dijo un poeta, será siempre muy fácil o imposible.