Pasiones ocultas ( Passion of Mind ). Dirección: Alain Berliner. Guión: Ron Bass y David Field. Fotografía: Eduardo Serra. Música: Randy Edelman. Con Demi Moore, Stellan Skarsgaard, William Fichtner, Sinead Cusack, Peter Riegert.
Estadounidense, 2000. Estreno.
Marie-Marty (Demi Moore) vive dos vidas: una en la campiña francesa, otra en Nueva York. Una de las existencias es real, la otra soñada.
La terapia no le ayuda. ¿Por qué? ¿Teme conocer la verdad, quebrar el hechizo?
Me acordé allí de Renato Descartes, filósofo del siglo XVII, cuando aventuraba que quizá un genio maligno nos hace creer que la vigilia es sueño, y a la recíproca. Marie-Marty parece víctima y a la vez cómplice de este genio.
El caso, según la jerga médica, ha recibido el nombre de "personalidad múltiple". Los pacientes sufren -y esto es un hecho- la disociación del yo, de modo que alguien puede ser dos o más personas.
Eva tenía tres personalidades (hay película, Las tres caras de Eva , 1957, interpretada por Joanne Woodward); Sybil, diez y seis. Las dos existieron.
Yo me acuerdo todavía (año 1946) de Madona de las siete lunas , filme británico que, en más de un aspecto, prefigura la dualidad femenina de Pasiones ocultas . Solo que, ahora y aquí, la protagonista -Moore- es demasiado consciente de su trauma, habla de eso cada tres minutos y no trasmite la mínima emoción, como si fuera la sicoanalista (y una sicoanalista polar) de sus propios estados.
Así entramos por el aro de lo explicativo, y mal, porque la cinta pudo haber sembrado dudas, sospechas, un flujo sanguíneo en la platea; y al fin, entre acertijo y acertijo, se le escapa la tortuga. ¡Y nosotros ahí, sentados, a ver quién adivina cuál es qué y cuánto es dónde! No hay derecho.
A guionista y director se les olvidó que el cine debe representar acciones y conflictos, no sustituirlos con el discurso verbal. Aparte de ello, la primera mitad del filme denota un olvido casi primario de lo que se llama montaje. Secuencia uno, Francia; siguiente, Manhattan; después, Francia; después, estatua de la libertad..., y así. Ida y vuelta, unidades breves: tenis de mesa.
Me gustó la fotografía de Eduardo Serra ( Más allá de los sueños ). El color naranja de su Provenza es un guiño a los impresionistas. Punto final. Regístrese y archívese.