EL DIARIO DE LA PRINCESA 2
(THE PRINCESS DIARIES 2)
Estados Unidos, 2004.
Dirección: Garry Marshall.
Guion: Shonda Rhimes.
Fotografía: Charles Minsky.
Música: John Debney.
Elenco: Julie Andrews, Anne Hathaway, Héctor Elizondo
Duración: 115 minutos.
Los estudios Disney tienen un olfato comercial que no es jugando, y logran éxitos con peliculitas flojas que bien pueden ser para cine, para televisión o tan solo para el mercado del video. Así sucedió con El diario de la princesa (2001, dirigida por Garry Marshall), éxito de taquilla. ¿Sería por el regreso de la inolvidable actriz Julie Andrews a la pantalla grande?
La historia, llena de dulcete (¿recuerdan?), era la de la reina de Genovia, quien arriba a San Francisco en búsqueda de una nieta anónima, que por ahí estudia, quien será la princesa de su reinado. La chica se llama Mia, y debe ser prontamente educada en las costumbres mayestáticas y decadentes de la aristocracia.
Por supuesto, Mia es terca como una mula, pero tiene final feliz con su nueva condición principesca. Y el público fue al cine a verla, sobre todo en los Estados Unidos. Por esa causa, ahora nos llega la secuela, porque nos toca ver cómo la princesa será reina, solo que antes debe casarse: así lo exigen las leyes de Genovia.
Como ustedes pueden imaginárselo, estamos un filme que se mira en el primero para repetirse a sí mismo, como las vueltas de un trompo que lo llevan al desplome, como las de un perro para terminar en el suelo echado. O sea, El diario de la princesa 2 (2004), con el mismo director y el mismo elenco, parece un filme ya visto. Es reciclaje de ideas ya recicladas.
No hay duda: la escudería Disney tiene enorme habilidad para correr en las mismas pistas y, así, dar las mismas emociones, el mismo humor y el mismo sentir cursi con cuanta historia lleve a pantalla. Sobre todo si se trata de lo que, en esa cofradía, llaman "cine familiar".
Solo que, en esta secuela, la princesa tiene dilemas hamletianos: ¿quiere o no ser reina?, amén de un conflicto entre dos amores: el que le buscan con un aristócrata inglés, galán y aburrido, o el de un muchacho de Genovia, guapo y atrevido. También puede cambiar las reglas del juego político y reinar solita, con actitud feminista. ¿Qué creen que hará ella?
No vamos a negar que la trama tiene momentos de buen humor, que el público disfruta. También halaga la presencia de Julie Andrews, quien canta esta vez, aunque ya la voz de otrora se le fue: el tiempo siempre cobra la factura. Y, por último, ahí está la imagen fresca de la joven actriz Anne Hathaway. Punto.
Por lo demás, esta secuela parece refrito cocido en aceite rancio, que quedó del primer filme. Resulta película rechinada, aunque sirve para mostrarnos el carácter parasitario de tanto vagabundo con plata que pulula en las monarquías. Por eso, para su argumento, la duración de la cinta quema por excesiva y la ejecución (puesta en imágenes) resulta más bien sosa, por falta de creatividad del director.
Al final, aunque ustedes no lo crean, luego de que hemos salido del cine, al escribir estas líneas, la película logra meternos una sensación de terror. Pareciera increíble, pero sentimos horror de que tengamos que soportar, por nuestro quehacer, una tercera parte de esta tortura.