He aquí una película que cuenta con la producción ejecutiva del mexicano Guillermo del Toro y con la actuación de Kim Basinger, cuya belleza madura con ella misma. Se titula Mientras estás fuera (2008), escrita y dirigida por la debutante Susan Montford. Es película cuya trama se reduce a una sola y conocida frase: “¡Corre que te alcanzo!”, como una cacería entre el correcaminos y el coyote.
Su personaje es un ama de casa, que sufre la malacrianza del marido, convertido este en un patán por el discurso de que la mujer está hecha para servir al hombre (idea patriarcal y religiosa). En plena Navidad, a la pobre señora le pegan una gritada de padre y señor mío, mientras al esposo le crece la malacrianza como a un gallo joven le prospera la cresta.
Con irregular actuación de Kim Basinger, luego la pobre señora se apapacha con su pareja de hijos y se marcha a un centro comercial, a comprar papel para regalos. La introducción ha sido presentada de tal condición, que no nos queda duda de que a la mujer le va a suceder algo que la va a cambiar.
En efecto, en un momento dado, por razones que no vamos a contar aquí, ella se ve obligada a defenderse de cuatro criminales en medio de un aislado bosque. Como ven, este guion es un maíz bastante molido y hecho masa.
Los cuatro malhechores son un chino, un latino, un negro y un gringo blanquito, jóvenes patibularios en amplio repertorio étnico propio de Estados Unidos, quienes persiguen a la clásica rubia adulta y bella, sufrida y elegante.
Los cuatro tipos la acosan para matarla y, en ese bosque, lo único que ella tiene es una caja de herramientas y sus ganas de sobrevivir. Aquí sale la valentía que ella no tiene en su hogar.
Ya ven, como dice el refrán: “Aunque la mula sea mansa, alguna maña le queda”. El bosque es montañoso, con río incluido, y por donde vaya la mujer siempre van los asesinos. ¡Curioso!
¿Saben de qué echa mano la mujer? Por alguna inspiración, cuando ella se estrelló con su auto y se metió al bosque (¡de noche!), se llevó la caja de herramientas, y estas le van a servir para atornillar o desatornillar a los verdugos que la persiguen, para inflarlos o desinflarlos, que tan buena es una llave inglesa que una francesa, cuando de defender la propia vida se trata.
En estos momentos, ya cualquiera sabe que se ha embarcado si invitó a la novia o al novio a ver esta película. A cada momento, la “peli” es más y más de lo mismo, como la hablada de una persona ebria.
No hay nada que destacar en el aspecto formal, a la sumo la habilidad para filmar de noche en un bosque sin que las imágenes se pierdan en las sombras (la fotografía es de Steve Gainer).
La música es irrelevante, como sacada de la tal caja de herramientas que lleva la señora por el bosque. Al final, ni se sabe cómo salió esta doñita del bosque, lo cierto es que regresa a la casa y, de nuevo, el marido la sermonea como si fuera el león de la Metro Goldwin Mayer o un alarido de Tarzán. ¿Qué creen que va a suceder? Ni se lo imaginan, con un final éticamente discutible como moraleja. Es algo así como darle bicarbonato en exceso a quien tiene diarreas.
Se puede ver este filme con curiosidad, para ver cuán tonta es, y así entretenernos. El filme se llena de incoherencias y el bosque de sangre. Por ejemplo: no se entiende cómo los tipejos se detienen a cada rato para charlar, a pelear entre ellos y a comportarse como loquitos, mientras la mujer huye volada, pero –ah, caray– siempre la tienen a dos metros de distancia.
Está claro con lo escrito: no les recomendamos esta película ni para verla en la casa (en algunos países pasó directamente al mercado del videoclub). De hecho, al principio ni siquiera encontraban una compañía para que la distribuyera, esto es algo que le es común al cine independiente en Canadá o Estados Unidos, sean buenas, regulares o malas películas.
Tal vez, Mientras está fuera , en manos de alguien con mejor oficio en el guion y dirección, habría tenido mejores resultados. Pero esto es especular.