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Crítica de cine: Una pata de conejo

» Imposible: La misión sigue sin fin

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Misión imposible 3 .De las distintas secuencias de acción saldrían otros filmeswww.missionimposible.com

Háganse esta pregunta, si no se le han hecho ya: ¿qué más le podemos exigir al cine de Hollywood, con todo el esplendor formal que ha logrado?, ¿qué más, si ya domina la tecnología más sofisticada para rodar lo que le venga en gana? O sea, decir que una película hollywoodense está bien hecha no es ningún piropo: en esa industria están obligados a visualizar bien.

Lo que a Hollywood le falta es crear mejores historias para convertir la efervescencia formal y la riqueza industrial en algo que a menudo falta, algo que se llama sétimo arte. Esta es, de alguna manera, la situación del filme Misión imposible 3 (2006), dirigido por alguien venido de la tele, de la serie Alias: J.J. Abrams. Estamos ante un largometraje que es un puro espectáculo y no pasa de simple distracción, pasatiempo de principio a fin.

Sus secuencias de acción están bien logradas y son tantas, que con cada una de ellas se podría hacer una cinta diferente. Misión imposible 3 se dedica a enlazar momentos adrenalínicos, tantos, como un sabanero lo hace con vaquillas y toretes o como un casanova liga amores y más amores. No en vano, así lo acusa el crítico Roger Ebert: "El objetivo real es dotar de un envoltorio a sensacionales escenas de acción, lo demás no importa y los diálogos solo hacen lentas las cosas".

Para matizar, esta vez el agente especial Ethan Hunt (Tom Cruise) se enamora y pone en peligro a la mujer amada. Esto le da un toque de culebrón a la aventura. Por lo demás, Ethan Hunt se ve envuelto en la búsqueda de algo que llaman "pata de conejo" y que nunca sabemos qué es. Nuestro agente parece la suma de todos los 007 que hayamos visto: ¿habrá algo más?

Por dicha hay algo mejor. Se trata de la actuación de Philip Seymour Hoffman como Owen Davian, el malo de turno. ¡Qué clase de malo! ¡Qué sadismo, qué cinismo, qué salvajismo y qué escándalo logrados por este actor! Es cuando el filme agarra fuerza; la verdad es que debieron darle más pantalla al señor Philip Seymour Hoffman que a Tom Cruise, con rostro de niño guapo y falso para que lo vea la actriz de turno.

Fuera de ahí (del "malo"), nada en la cinta es creíble, aunque aceptamos que el ritmo huracanado del filme se ajusta a tantas escenas de acción, bien diseñadas, planificadas y realizadas. Es festín de acciones al por mayor, con una historia narrada desde elegante retrospección, secuencia que se retoma hacia el final, pero nos quedamos sin saber qué diantres era la pata de conejo, esa por la cual todos matan en esta misión posible de olvidar.

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