Debido a motivos fuera del alcance de la producción , los bailarines de la República Checa, integrantes del Ballet del Teatro Nacional de Praga, se presentaron en nuestro país 22 horas después de lo programado.
Esta agrupación fue creada en 1883, y el coreógrafo Augustin Berger (1861–1945) fue uno de los precursores de la compañía y responsable de que en este momento posea un buen nivel técnico y domine la escuela de danza clásica.
Por esta compañía han pasado artistas del calibre de Jirí Kilián, Hans Van Manen, John Cranko, Daría Kilmentová, entre otros. Actualmente, está dirigida por el coreógrafo Petr Zuska y cuenta con un elenco de más de 60 bailarines de varios países, que están acostumbrados a dominar diversos estilos y ahí reside la fortaleza de la agrupación.
Para su gira por América Latina, organizaron una función con extractos de conocidos ballets como La muerte del cisne (M. Fokine), El lago de los cisnes , La Bella Durmiente , ambos de Petipa, y Giselle de J. Perrot y J. Corelli.
También, los espectadores pudimos ver fragmentos de obras muy conocidas, pero poco vistas en nuestros escenarios como Petit Mort, de Jirí Kilián; La llamas de París (Vasily Vainonen), Satanella (Petipa); Sinfonía N.° 1 , de Mahler del director, Petr Zuska, así como Espartaco , de Yuri Grigorovitch.
En este programa, se pudo observar los estilos del ballet : romántico, clásico, neoclásico, moderno y contemporáneo, todos debidamente ejecutados con los enfoques de movimiento que caracteriza a cada uno de los momentos históricos del arte coreográfico occidental.
La plástica escénica fue básicamente cambios de telones acompañados de un diseño de iluminación con buenos contrastes cromáticos. Del mismo modo, el sonido fue el adecuado y el vestuario vistoso.
En el ámbito de la interpretación, hubo derroche, pues los 10 bailarines lograron, durante sus diferentes participaciones, demostrar el talento y profesionalismo.
Por ejemplo, Andrea Kramesová se ganó el aplauso efusivo con sus variaciones rápidas en La llamas de París y Copelia . Radka Príhodová demostró bellas líneas de sus extensiones en el trío de El corsario y El carnaval de Venecia , además de lograr una intensa interpretación en el solo de La muerte del cisne .
Por su parte, Marta Drastiková se vio romántica en Giselle , así como fluida y fuerte en Petit mort junto a Jirí Kodyn.
Otro ejemplo de maleabilidad interpretativa lo dio Nikola Márová al recrear tres mujeres diferentes en Espartaco , Sinfonía de Mahler y el dúo de El cascanueces .
La otra figura, no menos importante fue Magdaléna Matejková, quien ejecutó un delicado dúo de El lago de los cisnes, al lado de Jirí Kodyn, y el dueto del El pájaro azul . Cabe destacar que el vestuario para esta obra es el más feo que he visto en mis años de crítica, sobre todo porque le corta la línea a la bailarina y la hace ver pequeña, aspecto que se puede superar.
En cuanto a la presencia masculina, Karel Audy, tanto en El pájaro azul como en El corsario , se vio brillante en sus saltos. Lo mismo debo decir de Víctor Kocian, especialmente en Copelia . Por su parte, Michal Stípa y Adam Zvonar fueron buenos soportes de sus compañeras en varios segmentos coreográficos.
En términos generales, esta fue una presentación con repertorio variado y de muy buen nivel, por lo que valió la espera.