Usted se lo advirtió al menos cinco veces esa mañana antes de dejarlo en la escuela: “Que no se te olviden el cuaderno y el libro de Ciencias porque mañana es el examen”. Pidió libre la tarde en el trabajo pues está claro que, en esa materia, su hijo necesita ayuda.
Llega de clases y... ¡sorpresa! Vino él, pero no el libro de texto... Usted monta en furia y reacciona con evidente enojo: “¡Te lo dije! Sos un tonto... ¿en qué galaxia vivís?... ¿cómo es posible que lo dejaras olvidado? ¿Y qué hago ahora con la tarde que saqué para ayudarte? ¡Estás castigado!”
Pasan las horas y su rabia se aplaca. Usted se pregunta si no se le habrá ido la mano, y el remordimiento empieza a merodearlo.
¿Dónde hallar el manual de instrucciones para ser buen papá o mamá? Desgraciadamente, no existe.
Desde este
Los especialistas en psicología sostienen que los padres deben luchar por evitar tales sentimientos cuando estén convencidos de que, en determinada circunstancia, actuaron de la forma correcta. Ahora bien, es sano aceptar los errores, enmendar el camino y disculparse con los niños y adolescentes. Acérquese a ellos, reconozca que se enojó más de la cuenta y dígales que tratará de que no vuelva a suceder.