Nueva York. EFE. David Lynch, conocido como “el cineasta de vanguardia más respetado de Estados Unidos”, presentó en Nueva York su último filme, Inland Empire , un perturbador collage de secuencias oníricas, fantasías, misterio, infidelidad y asesinatos.
Una película independiente que “técnicamente aún no cuenta con distribución” en Estados Unidos, según bromea su realizador, Inland Empire fue coproducida por la francesa Studio Canal y debutó el viernes en el Festival de Cine de Nueva York.
De tres horas de duración, el filme marca el regreso Lynch a la pantalla grande tras la cinta Mulholland Drive (2001), un retorno que llega por la puerta del cine experimental y apoyado por la libertad creativa que brinda la tecnología digital.
“Me enamoré de la estética del cine digital. Cuando terminé las primeras escenas no podía creer lo bello que era”, dijo Lynch, de 60 años de edad, en un encuentro con la prensa en el Lincoln Center, la sede de este festival no competitivo.
La película, con una narrativa fragmentada donde tiempo y espacio se expanden y contraen para desintegrarse cíclicamente, se estrenó mundialmente en el pasado Festival de Cine de Venecia, donde se reconoció la trayectoria de Lynch con el prestigioso León de Oro.
“Creo en las historias que se llevan bien con las abstracciones”, comentó Lynch respecto a la estética y narrativa de su película, en la que se desarrollan historias dentro de historias, películas dentro de películas, como entre espejos.
Totalmente Digital. La película fue filmada en digital, lo que refuerza aún más su carácter experimental, una forma y contenido arriesgados y fuera del “canon” del cine comercial estadounidense.
“Me encantó la experiencia del cine digital. Es una belleza tener esa libertad de poder filmar y filmar”, comentó la protagonista del filme, Laura Dern, que ya ha trabajado con Lynch en las películas Terciopelo Azul y Corazón Salvaje.
Lynch añade que el cine digital le permite trabajar con mayor espontaneidad, y de hecho vaticina la “muerte del celuloide”..
“Vivimos en un bello mundo digital. Nunca volveré al cine. Para mi el cine está completamente muerto. La calidad es muy bella, pero se deteriora muy fácilmente y requiere de equipos grandes y pesados. El cine digital es el futuro y mejora día a día”, indicó.
Alucinante. En Inland Empire , que se filmó en dos años, la distinción entre realidad y ficción, personajes y actores, es difusa.
Lynch también juega con metáforas visuales y simbolismos: un trío de personajes con cabezas de conejo que interpretan una comedia teatral; un cigarrillo que quema un agujero en una prenda de seda por el que se espía a un mundo interior; unas prostitutas que parecen representar el inconsciente pervertido de la protagonista.
“El surrealismo es un movimiento, algo a lo que tienes que afiliarte, ¿no es así?. Lo que yo hago es una forma de ver las cosas, nada más”, bromeó el realizador cuando se le preguntó si su cine era “surrealista”. “Lyncheana”, por no decir surrealista, Inland Empire es una película alucinante y absurda, salpicada de humor negro, clarividencias, personajes excéntricos; el lado decadente de Hollywood.