Inciertos pero insinuantes. Aunque el ritmo no se alcanza con los primeros pasos, en el inevitable hormigueo del bautizo percibimos olor a futuro.
Hay atisbos en la apertura. Empate a cero ante un buen sparring. Independiente de Medellín asomó por ráfagas las virtudes de sus hombres, como el arquero Daniel Vélez, el mejor de ellos.

Inciertos pero insinuantes. Aunque el ritmo no se alcanza con los primeros pasos, en el inevitable hormigueo del bautizo percibimos olor a futuro.
Hay atisbos en la apertura. Empate a cero ante un buen sparring. Independiente de Medellín asomó por ráfagas las virtudes de sus hombres, como el arquero Daniel Vélez, el mejor de ellos.
Asegurar la pelota, procurar el pie a pie, la intención de abrir espacios y la honestidad profesional de cada uno de los integrantes de la Tricolor, tales fueron los indicios que pudimos vislumbrar sobre el césped del Nacional, en una noche de niebla y asistencia escasa.
A partir de la seguridad del arquero Hermidio Barrantes, la escala costarricense funcionó en forma coherente eslabón por eslabón.
Rónald levantó la tribuna con un balazo largo que amenazó con entrar; Vladimir, por la derecha, y Harris, por el carril contrario, interpretaron bien la misión de ganar por los laterales y efectuar los centros al segundo palo.
En el medio, Ramírez ensayó su futbol circular, escondiendo la pelota y administrando el pase; Roy encaró en zigzag varias veces, y en el juego avanzó de menos a más; Mauricio Solís fue un cortador creativo, efectivo en el quite, oportuno en el desdoble.
Sin embargo, en el primer tiempo no pudimos llegar. Varias razones incidieron: la zaga rival, escalonada y recia; el tratamiento excesivo del balón en algunos lances y la ubicación de Gílbert Solano y Javier Wanchope como "torres" paralelas en funciones idénticas.
La mejoría se notó en el complemento, con el aporte de Víctor Badilla, un relevo eficaz, quien además de acarrear balones ligó mejor sus avances por el ala izquierda con Raymond Harris y, así, la función de ambos alimentó con mayor frecuencia al conjunto en la zona de metralla.
El seleccionado apuró las cosas en el último cuarto de hora. Antes, Badilla había asustado al arquero Vélez con un disparo que impactó el transversal. En los minutos postrimeros el Macho Ramírez estuvo a punto de concretar por medio de un tiro libre.
Y el epílogo ahogó el grito de gol en las tribunas, después de que Gílbert Solano ganó un mano a mano con el arquero, pero la acción se malogró por una falta previa de Mauricio Wright.
Despacio porque precisa. Los primeros pasos son insinuantes. Francia 98 es el gran objetivo, mas esto apenas comienza y nuestro destino luce lejano... muy lejano.