1898 - 1968. Patólogo británico de origen australiano. Junto con Alexander Fleming y Ernest B. Chain, se le considera codescubridor de la penicilina. Por ello les fue concedido a los tres, en 1945, el premio Nobel de Fisiología y Medicina. Florey se distinguió especialmente como creador de los métodos de producción de este antibiótico.
Nació en Adelaida, Australia. Estudió en el Saint Peter's Collegiate School y en la Universidad de su ciudad natal; obtuvo una beca Rhodes y amplió su preparación en el Magdalen College de Oxford; se graduó en 1924. Fue profesor de patología especial en las Universidades de Cambridge y de Sheffield desde 1927. A partir de 1935 y hasta 1962 enseñó en la Universidad de Oxford.
Sus primeras contribuciones a la patología experimental se referían a los fenómenos inflamatorios de las mucosas, en especial la intestinal. Ello le condujo al estudio de la lisozima, la enzima digestiva bacteriolítica, que logró obtener pura por síntesis en el laboratorio. En experimentos efectuados en Oxford observó la actividad antibacteriana de los mohos, advertida con anterioridad por Fleming en Inglaterra, y por Clodomiro " Clorito " Picado en Costa Rica.
En 1939 consiguió ayuda financiera de la Fundación Rockefeller para investigar la posibilidad de utilizar tal sustancia antibiótica del moho Penicillium notatum, en el combate contra enfermedades de origen bacteriano. Eran los años de la segunda guerra mundial y se requería urgentemente encontrar medicamentos que ayudasen en el control de las infecciones de los heridos. Florey y sus colaboradores actuando como asesores patológicos del ejército británico lograron extraer el principio activo de centenares de cultivos de moho que crecían en una solución azucarada, y demostraron fehacientemente sus beneficios terapéuticos , primero en ratones de experimentación y después en seres humanos.
Prosiguió sus trabajos en Estados Unidos, iniciando e impulsando la fabricación en gran escala de la penicilina. En 1943 integró una comisión científica que visitó la Unión Soviética, Nueva Guinea, Australia y Nueva Zelanda para indicar las normas a seguir en la fabricación y en la utilización del antibiótico.
Falleció en Oxford. Había sido ennoblecido por los reyes de Inglaterra y poseía, además del Nobel, el premio Cameron de la Universidad de Edimburgo, diversos doctorados honoris causa y otros muchos reconocimientos de universidades e instituciones científicas, que así agradecían los inmensos beneficios que de su labor científico investigativa ha derivado toda la humanidad.