Cuando se trata de divertirse, de que los jóvenes gasten las noches de fin de semana, San José se parte en dos y la decisión de dónde irse de pelón se concentra en dos polos: San Pedro de Montes de Oca y Escazú.
Desde hace ya bastantes años, esos dos sectores han concentrado la diversión, y, pese a que existen otros sitios, esparcidos por el área metropolitana donde pueden pasarla bien, es ahí donde se ha ido desarrollando la infraestructura para el pelón alrededor de malls, restaurantes de comida rápida, bares, discoteques y cines.
Al tomar la decisión, los viernes, cuando llamadas van y vienen organizando la fiesta, influye en mucho el sector donde se vive, y así, los de Guadalupe, Moravia, Coronado, Zapote, Curridabat, Desamparados y San Francisco tienden a quedarse al lado este, en San Pedro; mientras los de la Sabana, Pavas, Santa Ana y alrededores se sienten más cómodos en el otro extremo, en Escazú.
Pero no es esa la única motivación.
La moda también se impone y arrastra a unos de un lado para otro. Mientras, hoy, todo el mundo está aquí y entonces el parqueo, la acera y el interior del local se encuentran literalmente inundados de muchachos, al mes siguiente la "turba" se traslada a unos cuantos metros, y el lugar anterior queda desolado; o bien se van completamente al otro lado de la ciudad "porque ahora la fiesta es aquí".
La edad es otra forma de acomodo. Los adolescentes, aquellos que hacen sus primeras armas en esto de las salidas de fin de semana, por lo general van al cine; luego se mueven de un restaurante de comida rápida a otro, entran y salen de un centro comercial, y se apoderan de un estacionamiento porque no tienen cédula y deben conformarse con seguir la acción de los bares desde fuera. A eso de la medianoche empiezan a marcharse, siempre con la esperanza de que llegue el ansiado momento en que tengan permiso de "palmarla".
A su vez, los más grandes empiezan a salir por eso de las once, y los bares y discotecas cogen ambiente al final de la noche o principios de la madrugada. Entonces inician la romería, en parejas o grupos de hombres y mujeres, de un sitio a otro, en busca del mejor vacilón.
Lo cierto del caso es que la vida nocturna hace tiempo que dejó de ser cosa de adultos, y, cada vez a mas corta edad, los muchachos dejan sus casas para divertirse entre amigos.
Con la idea de indentificar algunos de los lugares predilectos, conocer el tipo de gente, y las razones de por qué los visitan, Viva estuvo este fin de semana tanto en San Pedro como en Escazú, y esto fue lo que se encontró.
Escazú
(Gabriela Rodríguez)
La pasarela... Se podría decir que a Escazú llegan los bonitos y con plata. Aunque talvez esto último no sea del todo cierto, eso es lo que refleja la apariencia de los que se mueven por ahí.
Entrar a algunos bares de ese cantón es como entrar a una de las capitales de la moda, donde la gente se moviliza al ritmo de la música más popular y se comporta como si estuviera en una pasarela donde todos observan a todos. No hace falta mencionar que si uno es un extraño, o sea, alguien que se asoma por primera vez, fácilmente sentirá todas la miradas posarse sobre sí, de pies a cabeza.
La variedad no sólo la marca la forma de vestir, aunque siempre se ven marcas finas y de moda. La edad también determina el sitio de reunión. En Planters, por ejemplo, es donde se concentran los más jóvenes, desde 12 años o menos, hasta 17 o 18, mientras que en Baabú asisten los de edades superiores.
El recorrido
En Escazú la acción se concentra en un espacio relativamente pequeño, que va desde el Centro Comercial Trejos Montealegre hasta Plaza Colonial, unos 700 metros.
En este último lugar es donde por lo general empieza la noche, en los cines. Los que pueden salen de las películas y se van directamente a alguno de los bares de moda, como la discoteque Sapo Verde.
Pero aquellos que aún no cumplen la mayoría de edad, deben limitarse a quedarse sopeando en los alrededores, pues no tienen acceso a los establecimientos abiertos de noche.
Decidimos empezar el recorrido a eso de las 9:30 p.m., cuando todavía es temprano, pues la gente, incluso los más jóvenes, consideran que la cosa se pone buena por ahí de las 11 p.m. Aún así, el primer lugar al que llegamos, Planter's, estaba lleno.
Este es uno de los bares más antiguos de Escazú y además de los más populares entre los adolescentes, quizá porque se ubica en la vía principal. Los adolescentes se quedan ahí afuera observando el movimiento.
"Planter's es un lugar a donde van los güilas, sobre todo los más fresas, que empiezan a salir. Cuando cumplen 18 años se van a otros bares", afirmó un joven de 23 años que prefirió no dar su nombre.
En el momento en que pasamos por ahí y el fotógrafo sacó su cámara, todos empezaron a mirarnos amenazadoramente y algunos nos gritaron algunos improperios, pero nos montamos en el carro y no pasó a más.
El siguiente punto que visitamos fue el Bar Frankie Go, que se abrió hace año y medio. "La gente que viene acá es de clase social media-alta, alta; vienen a escuchar música y a tomar; a veces también bailan", explicó Luis, mesero del lugar.
El Art Bar es un local en el Centro Comercial El Cruce, que ha sido remodelado varias veces. Actualmente es propiedad del italiano Alessandro Napoleori, quien explica que sus clientes son de clase social alta porque esta es la que impera en Escazú.
Exclusivo
Cerca de Planter's se ubica Zambuka, que podría considerarse como uno de los bares más exclusivos del país. La entrada aquí es restringida, se pide cédula y muchas veces se deja entrar solo a quienes tengan carnés de socios. "Queremos ser un bar exclusivo, por eso, cuando hay mucha gente, dejamos entrar sólo a los que tienen carné, que son como 250 personas", afirmó Rodolfo Trejos, uno de los dueños.
"Siempre vengo aquí, me gusta por la gente, el tipo de música y el ambiente en general", dijo con una amplia sonrisa y cerveza en mano, Andrea, una joven de 20 años. Al igual que ella, la mayoría de los clientes son asiduos al lugar y se conocen al menos de vista. Además, por su pequeño tamaño y por el desfile de modas que se ve adentro, es uno de esos lugares donde todo el mundo se fija en todo el mundo y la apariencia es lo que más importa.
Saliendo de la calle principal de Escazú, nos devolvimos hasta el Centro Comercial Trejos Montealegre, sitio bastante visitado, no solo por gente joven, sino por personas de 30 años y más.
Con un año y medio de abierto, Cinema Rock es un local de dos pisos donde una pantalla gigante capta la atención de algunos clientes durante gran parte de la noche. El lugar no estaba muy lleno esa noche, más bien habían grupos de personas reunidas en varias mesas.
San Pedro
(Marcela Quirós)
Algo menos soda... Completamente al otro extremo de la diversión: San Pedro. Aquí, al igual que en Escazú, hay variedad de opciones para personas de todas las edades, pero como en este caso nos interesaban solo los jóvenes, fuimos tras ellos.
Después de su apertura, y sobre todo después de la inauguración de los cines, el Mall San Pedro es el centro de encuentro y entretenimiento oficial para cientos de jóvenes. Economía y variedad son las dos variables mencionadas por algunos de los muchachos y muchachas que se pasean por los pasillos.
"Casi siempre vengo a dar vueltas, ver ventanas y si puedo como algo", comentó Cristian Solís, un muchacho que estaba estratégicamente sentado junto a varios amigos, en una de las mesas que dan al balcón del segundo piso del Mall.
El mismo roll de entretenimiento de Cristian, es seguido por cientos de chiquillos que, con o sin dinero, visitan el Centro Comercial con la idea de "hacer algo". Aquí, si se anda con unos ¢1000, se puede: ir al cine, pasar un ratito en los juegos electrónicos, comer, o tomar algo. Y si uno "anda limpio", puede tan solo dar unas cuantas vueltas, ver gente, ventanas, conversar, y listo, para la casa.
A las 9 p. m. del sábado era muy temprano para ir a Sand o la Bodega, centros muy, muy nocturnos por excelencia. Por este motivo decidimos ir primero a los lugares ubicados en la llamada "Calle de la amargura", que está entre la Mompik y el antiguo Banco Anglo.
Del montón de lugares situados en esta calle ese día habían dos especialmente concurridos por jóvenes: Mosaikos y Caccios.
El primero de los dos tiene apenas unos ocho meses de haber abierto sus puertas y ya es muy conocido. A las 9 p. m. el lugar estaba lleno y mucha gente afuera esperaba su turno para ingresar.
Por el pago de ¢500 los hombres, y ¢250 las mujeres, quienes ingresen a Mosaikos pueden pasar un rato con sus amigos en un lugar donde la música variada es el principal atrativo. Eso sí, este establecimiento es especial para personas que no padecen de claustrofobia, ya que si bien tiene mucho espacio hacia el fondo, es bastante angosto. Aún así, algunos muchachos consideran que este es el atractivo de Mosaikos, "¡es tuanis, se siente muy acogedor!", respondió Kattia Badilla, una asidua cliente del lugar.
Con horario entre las 11 a. m. y las 2 a. m., los muchachos encuentran aquí servicio de comidas y bebidas.
Aquí no hay desfiles
Es curioso pero a diferencia de Escazú, en este sector de la capital la apariencia física no es tan, tan importante. Esto no significa que los visitantes, y especialmente las mujeres, no se afanen por lucir lo mejor posible, pero si dista bastante de ser un desfile de modas. Por ejemplo, con un jeans., una camisa o camiseta, en el caso de ellos, y una blusita ajustada, de tirantes o corta, en el caso de ellas, es suficiente.
Pizzas Caccio es uno de los lugares con más tradición de este sector. Según su propietario, Elioth Campos, la particularidad es ser un sitio informal y cómodo.
A Caccios asisten muchos grupos de mujeres solas, como lo confirmó Campos. Esa noche por ejemplo había unas cuatro mesas pobladas con unas cinco o seis "nenas".
Una patrulla, que se paseaba vigilante esa noche hizo que el ambiente fuera bastante tranquilo y hasta se pidiera cédula en todos los establecimientos nocturnos, según comentaron varios muchachos. ¿Y cuando no pasa ningún policía? "Los maes pueden caminar con las birras por la calle o sentarse en la acera", respondió un joven, de 19 años, que prefirió no identificarse.
Ahora sí, como a las 10 p. m. empendimos el regreso al Centro Comercial Corobicí, en busca de otros dos lugares concurridos por jóvenes: Sand Bar y La Bodega.
El primero de ellos es el sitio preferido de los roqueros. Aquí los muchachos escuchan desde los más recientes éxitos del rock hasta clásicos de los años 70. Tampoco aquí es necesario pagar entrada. la música, sino por la gente que viene, porque cierran bien tarde (a las 5 a. m.)".
La Bodega, por su parte, no había entrado en calor. Aún así una pareja que no quiso identificarse, asegura que siempre llega bastante gente. "Nosotros venimos porque ponen buena música, venden pizza, hay mesas de pool y tablas de dardos".
Nuestro recorrido terminó aquí. De lo más fino de la moda a la sencillez de jeans y camiseta; de los bolsillos casi vacios hasta las tarjetas de crédito; de los parqueos llenos hasta la gente a pie; de los 12 años hasta los 30; de Escazú a San Pedro. ¿Con cuál te quedás?