Washington, 4 jul (EFE).- EEUU conmemora hoy el Día de la Independencia tratando de olvidar por un momento las preocupaciones económicas, con la tasa de desempleo en su nivel más alto en una década, y la inquietud por la suerte de las tropas en el exterior.
Sin la paranoia sobre seguridad que empañó el año pasado la festividad, la primera tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, los ciudadanos intentaron disfrutar del día a la manera tradicional: picnics, barbacoas y fuegos artificiales.
Pocos estadounidenses estuvieron pendientes del inminente envío de tropas a Liberia o del mensaje difundido por Al Yazira, en el que supuestamente el derrocado líder iraquí, Sadam Husein, anunciaba nuevos ataques contra los soldados estadounidenses en Irak.
Incluso la mala situación económica, con el nivel de desempleo en el 6,4 por ciento (el más elevado desde 1994), se olvidó durante unas horas para dar paso a las hamburguesas, la cerveza y la charla en el jardín o en los parques con la familia y los amigos.
Washington, como cada año, simbolizó la fiesta con la que los estadounidenses celebran su independencia en 1776.
Medio millón de personas se congregaron para participar en la celebración popular que cada año alberga la avenida del Mall, la extensa superficie ajardinada situada entre la Casa Blanca, el Capitolio y los monumentos a Lincoln, Washington y Jefferson.
Como el año pasado, el área estuvo completamente vallada y el acceso a su interior se realizó a través de varios puntos de control, en los que se efectuaron registros al azar.
Pese a que la seguridad fue férrea, no llegó al nivel del 4 de julio de 2002, un día en el que las informaciones sobre posibles atentados terroristas y las altas temperaturas (más de 35 grados y altos niveles de humedad) dejaron a muchos ciudadanos en casa.
Hace un año, se habló de atentados suicidas, como los que cometen grupos radicales islámicos en Israel, de bombas radiactivas e incluso de artefactos nucleares en Washington, pero este año el nivel de alarma oficial y mediático fue mucho menor.
El Departamento de Seguridad Nacional decidió no aumentar la alerta sobre posibles atentados terroristas, que se encuentra actualmente en nivel "amarillo" (el tercero más alto), lo que sumado a los problemas presupuestarios de muchas ciudades, hizo que la presencia policial en las calles no fuera tan abrumadora.
En cualquier caso, las medidas especiales de seguridad se dejaron notar en Washington, así como en el monte Rushmore (Dakota del Sur), donde están talladas las cabezas de Washington, Jefferson, Lincoln y Theodore Roosevelt, en el arco Gateway de San Luis (Misuri) y en la estatua de la Libertad en la ciudad de Nueva York.
El presidente estadounidense, George W. Bush, pasó parte de la jornada festiva en Dayton (Ohio) con representantes de las fuerzas armadas, a las que agradeció el sacrificio hecho para defender la libertad en Estados Unidos y en el resto del mundo.
Flanqueado por una gigantesca bandera nacional, Bush aseguró en un discurso de marcada retórica patriótica que "Estados Unidos no se sentará a esperar un nuevo ataque" como el que costó la vida a 3.000 personas el 11-S en Nueva York, Washington y Pensilvania.
El presidente pidió a sus ciudadanos que recuerden que "nuestra nación sigue en guerra" y que sepan que "nuestros enemigos siguen conspirando contra nosotros, razón por la cual muchos de nuestros conciudadanos (...) afrontan riesgos lejos de casa".
"Sin la participación activa de EEUU en el mundo, las ambiciones de los tiranos no tendrían oposición y millones de personas estarían a merced de los terroristas. Con la participación de EEUU, los tiranos tienen miedo y los terroristas tienen que huir", añadió.
Coincidiendo con la jornada y para responder al espíritu de agradecimiento a las fuerzas armadas, el Departamento de Defensa puso en marcha la "Operación Tributo a la Libertad", que pretende "animar a los estadounidenses a agradecer y apoyar a las tropas".
Para ello envió a 1.000 soldados a sus ciudades natales para participar en las celebraciones, entre ellos Ronald Young, ex prisionero de guerra en Irak, que encabezó el desfile en Atlanta (Georgia). EFE
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