No sé quién es y tampoco lo saben sus padres. Incluso, para sus amigos, es “el que todavía no está en Facebook”. Para despistarlos, finge ante todos que poco le importan las redes sociales.
Cuida su identidad, es evidente; así que, tras coordinar por Twitter y recibir varias llamadas desde un teléfono prepago, quedamos en vernos en la avenida central, frente al chinamo de flores, ahí por el banco negro . Solo me dio dos señas para reconocerlo: una gorra de Nirvana y una camiseta de los Red Hot Chili Peppers.
Luce joven (tiene 35 años) y parece tico. Cualquier descripción más detallada pondría en alerta a sus enemigos. Ni el nombre le pregunté.
Sí puedo decir que le gusta la sopa de mondongo de la soda Badu, en el Mercado Central, donde nos sentamos para la entrevista, con la privacidad resguardada por el barullo.
Piensa bien lo que dice, pero desenvaina con rapidez la fisga. No es muy diferente de lo que proyecta su alterego, el Chamuko , toda una celebridad en Twitter y amo del Infierno en Costa Rica, el blog que, desde el 2007, denuncia irregularidades dentro de las instituciones del Estado, lo cual provoca reacciones de los ministros, conferencias de prensa y seguimientos en los diarios.
Se dice mucho de él, mas nunca se había confesado, hasta ahora. La primera pregunta era de rigor.
–¿Quién es el ‘Chamuko’ ?
–Es un empleado público que ha sufrido injusticias de lo que es el Estado, ha sufrido persecuciones y ha visto cómo ha reinado la impunidad en la función pública. El Chamuko nace, precisamente, como un grito contra la corrupción. Al principio, contra el ministerio de Educación, porque en algún momento trabajé para ese ministerio, pero ahora trabajo para otro. Uno se da cuenta de muchas cosas que la gente no conoce y es necesario que se sepan.
–Parece que el diablo deja de ser un villano cuando se trata de perseguir políticos corruptos'
–Cuando inicié el blog, pensé en lo que le diría a un funcionario corrupto y eso sería: ‘que se vaya al infierno’. Entonces, si íbamos a tener un infierno cibernético, pues el administrador tenía que ser un diablo.
–¿El anonimato ha sido clave, qué tanta libertad le da?
– A mí me han amenazado con demandarme un montón de veces, también han amenazado con golpearme y un montón de cosas. El anonimato me da esa libertad de poder decir lo que yo quiera. Ahora bien, yo trato de no abusar de ese derecho. Pero el anonimato le da a uno cierta imunidad, como la de los diputados.
–¿Y le da poder?
–Poderoso tampoco me siento, soy un chavalo más en las redes sociales, a quienes la gente le da mucha pelota. Pero la credibilidad en redes sociales es una cuestión que no se obtiene de la noche a la mañana.
–¿Cómo no sentirse poderoso cuando en Twitter tiene respuestas de ministros y ha puesto temas en la agenda de los medios, incluso en la del Gobierno?
–Primero, el poder corrompe. Si uno se siente poderoso, ya perdió el sentido de lo que se quiere con el blog , que es un sitio donde cualquier ciudadano, con fundamento, puede presentar una denuncia. El Chamuko no es una sola persona, son un montón. Si un funcionario público denuncia a un superior por una situación anómala, a ese superior por lo general no le hacen nada, a menos de que sea algo muy escandaloso. En cambio, al funcionario que denunció, en vez de premiarlo, más bien lo persiguen, lo hostigan, le aplican el mobbing . Por eso muchos buscan cómo denunciar de manera anónima, poniendo todas las pruebas. El anonimato es un arma importante.
–¿Cuántos son esos informantes o cancerberos?
–Es amplio el número. Hay presencia en prácticamente todos los ministerios del país, en las instituciones autónomas y en sindicatos. Puedo estimar que son unas 100 personas las que están detrás de todo. No nos conocemos en persona.
–¿A usted le llegan las denuncias, pero es quien escribe en el ‘blog’?
–Sí y corroboro la información que me envían. Si me dan una acta notarial, verifico la autenticidad con algún amigo abogado. Si, por ejemplo, me están hablando de que una persona fue condenada por los Tribunales, corroboro en el sitio del Poder Judicial. Mucha de la información se verifica con las mismas fuentes públicas, usando Internet.
–¿Cómo evita que lo encuentren los corruptos?
–Pueden tratar de rastrearme usando direcciones IP y otros recursos tecnológicos, pero uno tiene también su contraparte. Si alguien busca de qué dirección salió una publicación de El Chamuko , posiblemente termine en Bangladesh o Alemania.
–¿Cuál sería el costo de romper el anonimato?
–El costo es muy alto. No solo se accionarían mecanismos oficiales, sino también mecanismos extraoficiales. Es que hay gente capaz de todo. En el Infierno se han tocado intereses de todo el mundo, a todos se les ‘ha dado’: desde el partido de Gobierno hasta los partidos opositores; a los sindicatos, a las empresas. El caso de Parmenio Medina es un claro ejemplo de por qué es importante el anonimato; él es uno de mis referentes.
–¿Quiénes en su familia saben que usted es el ‘Chamuko’?
–Mi esposa sabe, nadie más. Trato de contenerme. El reconocimiento no es el objetivo del Chamuko . Como persona real, no soy nadie en las redes sociales. No tengo cuenta de Facebook ni de Twitter. Nadie se imagina.
–¿Hasta dónde quiere llegar?
–Es un proyecto que va creciendo. La última vez que vi las estadísticas, el blog tenía 100.000 visitas mensuales. Mi expectativa es que sea un referente. No me interesa la publicidad.
–¿Qué opina de las redes sociales?
–Debe haber una revolución ciudadana, pacífica, sin armas; y las redes sociales tienen ese poder.