Es otra historia de amor. Tan distinta o tan igual como todas. Es lo que vemos y disfrutamos en una buena película argentina. Su título resulta pizpireto: Todas las azafatas van al cielo (2002), dirigida por Daniel Burman, con las actuaciones de Alfredo Casero e Ingrid Rubio.
Es la historia de Julián y Teresa. Julián es un viudo quien nunca pensó enviudar, solo envejecer con la mujer que amaba, quien era azafata. El dolor lo domina, por eso viaja a Ushuaia, lugar donde conoció a su esposa, para arrojar ahí las cenizas de ella, en el canal de Beagle, parte austral del mundo.
Solo que allí está Teresa, igualmente azafata, mujer ahondada en sus propias soledades. Julián y Teresa se conocen, de alguna manera se seducen, para luego entrar al juego de los olvidos que no llegan. Aquí la película agarra una onda poética.
Lo cierto es que tenemos una cinta aceptable sobre la timidez confundida con el miedo al compromiso, entre la comedia y el drama. Todas las azafatas van al cielo se exhibe el lunes a las 3:45 p.m., por Cinemax (canales 40 de Amnet, 16 de Cabletica, 530 de DirecTV y 48 de Cablevisión).
Escríbanos ateleguia@nacion.com