Ellos querían chicas y más chicas. Para eso, tomaron un crucero. ¡Sorpresa! Solo había chicos y más chicos, de los que gustan de chicos y más chicos. Esta es la piedra angular del argumento de la cinta El crucero de las locas (2003), dirigida por Mort Nathan.
Este viaje por barco está lleno de incidentes. Incluso desde antes. Desde que Jerry (Cuba Gooding Jr.) se le declara a Felicia (Vivica A. Fox) en los aires, en un globo, en situación incómoda que trae más incomodidades, y donde se entera que ella está enganchada de otro tipo.
Agüevado, achantado y hecho leña, Jerry queda en estado de postración anímica y se mete en un ?luto moral? que lo aparta de cualquier vacilón. Así hasta que su amigo Nick (Horatio Sanz) lo convence para meterse en un viaje donde las mujeres bellas lo sacarán del estado de coma amoroso. ¡Un crucero!
Solo que alguien, por sacarse el clavo de algo, les juega una mala pasada: los mete en un crucero de homosexuales. La única muchacha a bordo es una bella instructora de gimnasia llamada Gabiela (Roselyn Sánchez), quien trabaja en ese crucero para librarse del acoso necio de los machos heterosexuales.
Como siempre sucede lo inesperado, aparece en altamar un grupo de 15 suecas muy guapas, quienes han caído de un helicóptero extrañamente derribado, precisamente cuando iban hacia un famoso concurso de bronceado.
Para Nick y Jerry, ese crucero se les convierte en un calvario, por una razón o por otra, porque ahí viajan tirios y troyanos. Por supuesto: la mayoría de los chistes de esta comedia se basa en la burla cómoda y consabida de los personajes homosexuales. Es una comedia de enredos sexuales a costa de ellos.
Incluso, por ahí aparece Roger Moore como un viejo ?gay? tras de pájaros tiernos. No está de más contar que Felicia aparece en el barco, por razones que no diremos aquí, para hacer más barullo en el despelote. Lo que pasa es que la cinta nunca sale del humor cajonero, y resulta sesgada en actitud homofóbica. Deja mucho que desear, incluso en actuaciones.
Cómo, cuándo, dónde...: