Sigue siendo el más grande jamás sacado de las entrañas de la tierra. Con un peso bruto de 3.106 kilates y un tamaño de 10 centímetros de largo, 6,4 centímetros de alto y 12,7 centímetros de ancho, este diamante mamut fue dividido en dos piedras mayores y 98 pequeñas.
El Cullinan I y el Cullinan II, los diamantes más finos del mundo, y que figuran entre las celebérrimas joyas de la Corona Británica, en la Torre de Londres, formaron parte de una piedra encontrada en enero de 1905 en un yacimiento cercano a Pretoria, capital de la provincia de Transvaal, Sudáfrica. Estaba en una roca básica oscura, llamada kimberlita, en referencia a la famosa mina en la vecindad de Kimberly, en ese mismo territorio africano.
Este objeto precioso fue guardado en la caja de seguridad de la mina y luego transportado 80 kilómetros a lomo de mula hasta la oficina central de la compañía propietaria, en Johannesburgo. Allí se le bautizó con el nombre del presidente de la empresa, Thomas Cullinan. Su valor era tres veces superior al del diamante que entonces se consideraba el más grande del planeta, el Excelsior (969 kilates), hallado en 1893.
La pieza fue adquirida por el gobierno de Transvaal en 150.000 libras esterlinas y, en 1907, su premier Louis Botha se la obsequió, como un gesto de buena voluntad, a Eduardo VII, de Inglaterra.
Una vez en Inglaterra, Eduardo VII propuso a los hermanos Asscher, hábiles cortadores holandeses, la posibilidad de tallar el Cullinan.(Hoy la empresa se llama Royal Asscher Diamond Company). Para ello, la piedra fue llevada en 1908 del Palacio de Buckingham hasta Amsterdam. Increíblemente, uno de los hermanos Asscher simplemente se la echó al bolsillo y viajó por tren como cualquier pasajero, sin protección alguna, desde la capital inglesa hasta la holandesa.
En su taller, estos joyeros procedieron a los cortes con suma paciencia. En el primer intento, la hoja de acero se quebró y el diamante quedó intacto. Finalmente pudieron dividirlo en dos; posteriormente, en siete gemas mayores, y luego, en 98 pequeñas piedras con forma de brillante.
La Cullinan I o Primera Estrella de África -como se conoce a esta gema con forma de pera, 530,2 kilates y 74 facetas- fue incrustada en el cetro de la cruz de la realeza inglesa, desde donde refulge su luz. El Cullinan II o Segunda Estrella de África -ovalada, de 317,4 kilates y 66 facetas- se usó para la Corona del Estado Imperial. Dos de las joyas fueron colocadas en la corona de la reina. El resto de las gemas fueron adquiridas por la reina María, nuera de Eduardo VII.