El 22 de marzo de 1987, The New York Times publicó un artículo titulado “El regreso de Costa Rica a la neutralidad tensa sus lazos con Washington”, en el que se informó: “El gobierno de Arias ha detenido a comandantes de la Contra, ha cerrado sus bases y ha sellado una pista de aterrizaje construida bajo la supervisión de asociados del teniente coronel Oliver L. North, el asesor de la Casa Blanca que fue despedido debido al escándalo Irán-Contra”.
Luego, el artículo se refirió al desagrado del gobierno de Ronald Reagan por la actitud de Óscar Arias hacia la Contra. El periodista señaló: “Cuando tomó posesión hace 10 meses, el presidente Arias dijo que Costa Rica, un país que había abolido el ejército en 1948 y desde entonces disfrutó de una democracia estable, era un ‘Estado de bienestar y no un Estado de guarnición’”.
¿Cómo se llegó a ese momento? ¿Por qué Arias ganó el Premio Nobel de la Paz? A casi 25 años de ese galardón, vale la pena responder esas preguntas.
Cambio. En mayo de 1986, Óscar Arias Sánchez tomó posesión del gobierno. La paz tuvo un papel importante durante su campaña electoral, documentada en El primer domingo de febrero , libro de Guido Fernández.
La apelación a la paz, repetidamente defendida con la consigna de neutralidad de Luis Alberto Monge, se volvió muy importante en la campaña de Arias después de agosto de 1985. Sin embargo, ciertos autores, como Stephen Kinzer ( Blood of Brothers: Life and War in Nicaragua ), la ubican solo semanas antes de las votaciones de febrero de 1986.
Efectivamente, la paz se había constituido como una etiqueta indispensable del discurso de identidad nacional costarricense desde el siglo XIX. Hacia la mitad de la década de 1980, la paz era un elemento integrador y una de las principales preocupaciones de los costarricenses, como lo prueba el apoyo popular al discurso de neutralidad.
Desde 1983, el llamado Grupo de Contadora (México, Venezuela, Colombia y Panamá) había hecho intentos por llevar la paz a Centroamérica, aunque sin éxito. Así, hacia inicios de 1986, las guerras se-guían dominando a la región.
Al tomar posesión de la Presidencia, Arias dejó claro que la Contra no tendría margen de maniobra en Costa Rica. Su propósito era pasar del discurso de neutralidad a su ejecución, al tiempo en que proponía un diálogo regional que debía conducir a la paz.
En A Twilight Struggle: American Power and Nicaragua , 1977-1990 , Robert Kagan consignó el cambio que anunció Óscar Arias en una entrevista que dio el 21 de febrero de 1986 a un reportero estadounidense.
En ella, como presidente electo, señaló su rechazo a la concesión del dinero que Reagan deseaba entregar a la Contra.
Esas declaraciones causaron impacto en Washington, y la oposición costarricense a Óscar Arias señaló que la crítica a Reagan podía erosionar los lazos del país con los Estados Unidos.
En los siguientes meses, Arias criticó a los sandinistas en varias ocasiones, por lo que, en algún momento, la administración Reagan, pensó que no habría cambios. Sin embargo, en septiembre de 1986, como documentan Marc Edelman y Joanne Kenen en The Costa Reader , Arias envió a la guardia civil a cerrar la pista de aterrizaje que la Contra tenía en el norte del país.
Enfrentamiento. En The Struggle for Peace in Central America , Darío Moreno opina que el enfrentamiento de Arias con la administración Reagan surgió de la posición del costarricense ante la actividad de la Contra en nuestro país.
Algunos representantes del gobierno estadounidense demandaron a Arias parar su campaña política contra la llamada Resistencia Nicaraguense (la “Contra”), bajo la amenaza de que los Estados Unidos suspenderían su ayuda económica a Costa Rica.
Así, el director de la CIA, William Casey, viajó a San José y exigió una reunión con Arias, que este rehusó otorgar. Además, Oliver North contactó a Arias y le dejó saber que la ayuda económica estadounidense disminuiría.
No obstante, en noviembre de 1986 se reveló que funcionarios del gobierno de Reagan habían vendido ilegalmente armas a Irán y que deseaban utilizar el dinero de esta venta para financiar a la Contra. Este negocio secreto se conoce como “escándalo Irán-Contras”.
A inicios de diciembre de ese año, Reagan recibió a Arias en la Casa Blanca. Edelman y Kenen consignan que el problema para Reagan era que “Arias tenía su propia agenda y utilizó la oportunidad para discutir fuertemente sobre soluciones pacíficas para los conflictos de la región, particularmente en Nicaragua”.
Un poco antes, la iniciativa de Contadora fue retomada por el presidente guatemalteco Vinicio Cerezo con el proceso de Esquipulas, que convocó a los presidentes centroamericanos en mayo de 1986.
En febrero de 1987, Arias reunió a los presidentes, excepto a Daniel Ortega, para discutir su plan de paz. Todos aceptaron dialogar, pero era necesario integrar a Nicaragua. El escándalo Irán-Contra dio margen de acción a Arias para llevar adelante su plan.
Moreno indica: “El escándalo debilitó a la administración Reagan y le permitió al presidente costarricense y a su embajador en los Estados Unidos, Guido Fernández, forjar una alianza con demócratas moderados para presionar al gobierno de Reagan a aceptar negociar una solución al conflicto centroamericano”.
Nobel. En marzo de 1987, el Senado de los Estados Unidos votó 97 a 1 el apoyo al plan Arias. Unos meses después, Arias se encontraba en una conferencia en Indianápolis cuando recibió una invitación de la Casa Blanca para ver a Reagan.
Los detalles de esta segunda entrevista están expuestos en forma testimonial en el libro de Guido Fernández El desafío de la paz en Centroamérica . Aquí se describe lo tenso de la reunión en la que Arias le planteó a Reagan que los Estados Unidos estaban casi solos en su intento por resolver la situación nicaraguense por medios militares.
Algunos moderados de la administración de Ronald Reagan indicaron que se debía aceptar el plan de paz, a riesgo de que la política estadounidense en Centroamérica colapsara.
Así se formuló una iniciativa conocida como el “plan Wright-Reagan”, que planteó una negociación de paz desde los Estados Unidos. Sin embargo, Ortega rechazó ese plan, y Arias lo descartó y pidió a los presidentes concentrarse en la propuesta que él había formulado.
En agosto de 1987, los cinco presidentes centroamericanos firmaron el plan de paz de Óscar Arias. Edelman y Kenen señalan: “Fue una victoria para la diplomacia costarricense y una derrota para los intentos de la administración Reagan al seguir ‘soluciones’ militares”. En octubre de 1987 se anunció que Óscar Arias había ganado el Premio Nobel de la Paz.
El autor es profesor de historia en la Universidad de Costa Rica.