Un par de pequeñas secuencias diferentes en un solo gen (bautizado como FOXP2) parecen ser capaces de explicar por qué solo el ser humano tiene la capacidad del lenguaje, mientras que los seres más cercanos al Homo sapiens , los simios, solo pueden gemir o gritar.
La investigación que sugiere esta posibilidad fue dada a conocer el 15 de agosto por la versión digital de la revista Nature . (http://www.nature.com).
El hallazgo no tardó en darle la vuelta al mundo. Los responsables de la investigación son Svante Pääbo y sus colegas del Instituto Max Planck para la Antropología Evolutiva en Alemania y otros del Centro Wellcome Trust para Genética Humana de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido.
Ellos tomaron el gen y compararon su expresión en humanos de diferentes etnias, además de analizarlo en otros mamíferos: el ratón, el orangután, el mono macaco y el chimpancé.
La conclusión del estudio sugiere que solo los humanos tienen una pequeña variación en ese gen, aparentemente responsable de la capacidad de hablar. Además, se aventura a colocar a través de análisis estadísticos la aparición de esa variación hace aproximadamente unos 200.000 años. Periodo que concuerda con el surgimiento de los humanos anatómicamente modernos.
Un asunto de palabra
La capacidad de hablar es una característica única de los humanos que fue determinante para el desarrollo de la cultura.
"El lenguaje es la característica fundamental que nos diferencia del resto de los animales, no es un asunto de anatomía", sostiene Pedro León Azofeifa, genetista y director del Centro Nacional de Alta Tecnología.
"La adquisición del lenguaje dio una gran ventaja al humano", agrega. ¿Por qué? Porque es una característica sumamente selectiva: los grupos que adquirieron la habilidad fueron favorecidos porque podían organizarse para defenderse y atacar; eventualmente, fueron estos los que tuvieron más facilidad para reproducirse y, finalmente, los que prevalecieron.
Sin embargo, agrega León, detrás del lenguaje hay un sustrato biológico y genético. Para lograr articular correctamente el habla, es necesario tener un control fino de la laringe y la boca, una capacidad ausente en los simios.
Un gen
Esas habilidades tienen un origen genético. Se trata del FOXP2, el primer gen hallado de los que se esperan serán muchos que tiene relevancia en el desarrollo del lenguaje. Aunque todavía no se sabe exactamente cuáles son las funciones del FOXP2, sí se sabe que es un gen regulador de la transcripción. En otras palabras, la función de este gen consiste en activar muchos otros genes, es un switch que enciende otras acciones necesarias a la hora de articular el habla.
El FOXP2, ubicado en el cromosoma número siete, fue hallado el año pasado por un grupo de científicos que estudió una familia en la que varios de sus miembros tenían serios impedimentos en el habla: no tenían un control sobre la laringe, la lengua y la boca para formar sonidos claros y diferentes. Además tenían dificultad con la gramática y para elaborar oraciones.
Tras analizar sus genomas, los investigadores determinaron que existía una mutación en el famoso gen.
Pero, Svante Pääbo decidió llevar la investigación más allá y analizar la evolución molecular del FOXP2. "Es una correlación un poco aventurada, pero interesante, que evaluó la proteína en varios mamíferos", opina León.
Cuestión evolutiva
El FOXP2 del ser humano es el responsable de codificar una proteína de 715 aminoácidos (los bloques a través de los cuáles se forman las proteínas). Según los investigadores, es necesario tener dos copias correctas del gen para poder adquirir la habilidad completa de hablar.
El trabajo del grupo de Pääbo consistió en comparar el FOXP2 de los humanos con los correspondientes en otros mamíferos.
Para determinar si la estructura del FOXP2 es igual en todos los humanos, los científicos tomaron muestras del cromosoma número siete de 44 humanos, de representantes de todos los continentes. Según observaron, la estructura es igual en todos los humanos.
Luego, pasaron a hacer las comparaciones con las otras especies.
La investigación refleja que el gen es uno relativamente antiguo en la evolución de las especies.
El ratón, cuya línea de evolución divergió de la de los humanos hace unos 70 millones de años, tiene el gen. No obstante, el gen del ratón produce una proteína a la que le faltan tres aminoácidos que sí tiene la humana. En el caso del orangután, el mono macaco y el chimpancé, la diferencia en el FOXP2 es de solo dos aminoácidos.
¿Una diferencia tan pequeña es suficiente para tanto cambio? Pedro León contesta que sí. "Una mutación espontánea que afecte un solo aminoácido puede hacer que un bebé nazca sordo o que le impida incluso nacer", dice. Todo depende del lugar en el genoma donde se da ese cambio.
Aunque todavía es necesario estudiar cuáles son las funciones específicas del FOXP2, ya se tiene una clave más clara de porqué los chimpancés y orangutanes, a pesar de demostrar que tienen la capacidad de comprender palabras, incluso oraciones, no pueden hablar.
Hasta las más sutiles diferencias parecen ser determinantes cuando de ADN se trata.