“¡Está despedido!” La frase le pone el pelo de punta a cualquiera. Ahora imagínese que quien se la dice es nada menos que el emblemático multimillonario Donald Trump, y como testigos, frente a usted, haya millones de televidentes.
Ahí sí que se pone fea la cosa. Fea para la víctima de turno; emocionante y entretenida para quienes, en vez de salir un viernes de moda, mejor se quedan en casita enchufados al canal People & Arts para echarle una mirada al frío y calculador mundo de los negocios que retrata la serie El Aprendiz.
En su sexta temporada, el reality , estrenado en enero del 2004 y creación del coproductor ejecutivo Mark Burnett, mantiene la tónica de mostrar a 18 emprendedores candidatos que harán todo lo posible para superar las etapas de un proceso de selección con el fin de ganarse un puesto –y un jugoso salario– en el consorcio de Trump.
Para algunos críticos, el El aprendiz transmite una visión darwiniana de la sociedad humana: el mundo transformado en jungla, la presa es el dinero y solo sobreviven los más astutos y ambiciosos.
Para otros, el show es casi un curso intensivo de negocios y de cómo triunfar en el exigente e implacable mundo corporativo, donde rara vez hay segundas oportunidades.
Todo o nada
Según detalla la página oficial del programa en www.peopleandarts.com cada episodio desarrolla un tema empresarial, como liderazgo, políticas y trabajo en equipo, mercadeo, motivación, toma de decisiones y desarrollo de productos, por citar algunos. Luego, con base en las experiencias positivas y negativas, siempre surgirá una lección aprendida.
Por ejemplo, someter a los concursantes a un estrés adicional será útil para medir el potencial de personas bajo supervisión. Conversar con los clientes de un tour para conocer sus opiniones, se puede traducir como sentar las bases para una investigación de mercado.
Al final, la moraleja es clara: se premia al equipo ganador con la posibilidad de dormir en la mansión de Trump, con todos los lujos y privilegios que esto implica, mientras que los derrotados irán a parar con sus chuicas a la intemperie, en tiendas de campaña ubicadas en las afueras de la lujosa residencia.
En el mundo de Trump no hay lugar para posiciones intermedias, se gana o se pierde, y por supuesto nadie quiere cargar con la estigmatizante etiqueta de “ loser” (perdedor).
Una de las novedades de esta sexta temporada de El aprendiz es la locación. Por primera vez el show se filma en el sur de California en vez de la icónica isla de Manhattan, sede de las anteriores emisiones.
En cuanto a la mecánica del concurso, hay pocas variaciones. En suma, los concursantes se dividen en dos equipos: Arrow y Kinetic. Ambos deberán enfrentar diversos desafíos, tales como promover una línea de trajes de baño; recoger, embotellar y vender miel de abeja en un supermercado, o crear un platillo insignia para una cadena de pollo frito.
El equipo que logre mayores ganancias será el ganador.
Cada equipo es dirigido por un líder, el cual mantendrá su puesto siempre y cuando resulte victorioso. El equipo perdedor deberá buscar un chivo expiatorio para su derrota.
En el juego de “yo no fui, fue teté” se forman compadrazgos para sacar a alguien del juego.
Sin embargo, a diferencia de otros programas de este género, la decisión final no está en manos de los televidentes, esta se ventilará en la sala del consejo cuando el propio Trump, acuerpado por sus asistentes –entre quienes destacan sus hijos Ivanka y Donald Trump Jr., y el líder del equipo ganador– emita su veredicto. Entonces alguien deberá recoger sus maletas y marcharse a casa.
Una vez más, los productores estadounidenses demuestran saberse al dedillo la receta para cocinar un reality que les depare buen rating .
La serie pasa por distintos momentos: no falta el humor y hay una adecuada combinación de emociones suministradas en dosis precisas para mantener la tensión que demanda el interés del espectador.
El dedo pulgar se mantiene alejado del control remoto hasta saber qué pasará con los equipos en competencia. Y, por supuesto, hasta que el emperador Trump, con voz de trueno, espete su temida y esperada sentencia: “Está despedido”.
La sexta es la última temporada de El Aprendiz en su versión actual. En los Estados Unidos, el canal NBC ya concluyó la sétima del show y la primera en su formato de The Celebrity Apprentice, en donde los participantes ya no son cualquier hijo de vecino que lucha por un puesto en la compañía de Trump, sino celebridades cuya meta consiste en recaudar fondos para obras de caridad.