En 1910 los científicos se convertían en adivinos y los fenómenos astrológicos en vaticinios de catástrofes. Y es que con el afán de explicar eventos como el terremoto que destruyó la ciudad de Cartago surgieron muchas hipótesis y personajes cuya existencia nadie pudo comprobar y que más tarde se convirtieron en leyendas.
Pedro Nolasco Gutiérrez fue uno de esos personajes que el anecdotario popular convirtió en héroe. El “sabio brujo” o “brujo del observatorio”, considerado así por los habitantes de esa época, fue el protagonista de varias predicciones que se relacionaban con fenómenos astrológicos y astronómicos de entonces.
Uno de estos fue el terremoto de 1910. Nolasco, de quien se dice publicaba un Almanaque Católico anual que también contenía información meteorológica, marcó en este los días en que se avistaba el cometa Halley en nuestro país (del 12 de abril al 4 de mayo de 1910) y le atribuyó al período un carácter “crítico y misterioso”.
Esa predicción de Nolasco coincidió con una fuerte actividad sísmica que se inició el 13 de abril y culminó con el terremoto que destruyó Cartago, el 4 de mayo de 1910.
En ese tiempo se llegaron a dar más de 100 temblores por día, por lo que los pobladores empezaron a creer en lo que decía su publicación y lo impulsaron a salir el 4 de mayo por las calles de Cartago para anunciar que algo más fuerte iba a suceder y que debían tomar previsiones.
Ronald Díaz, historiador y profesor de la Universidad de Costa Rica, tiene su hipótesis: “Como las dos cosas sucedieron al mismo tiempo, la gente empezó a asociar la actividad sísmica con la llegada del cometa y con las predicciones de Nolasco”.
Entretanto, la predicción del Almanaque fue recibida con consternación por don Cleto González, el presidente de entonces, quien ideó contratar a un científico suizo, Jean Rudín, para contrarrestar la histeria que podría causar el escrito.
Entonces surgió una discusión entre ambos científicos la cual, tras las consecuencias que dejó el terremoto, quedó en el olvido.
Otro historiador, el cartaginés Franco Fernández, cree que el vaticinio de Nolasco se debió más a la lógica que a alguna destreza extraordinaria como vaticinador. .“¡Cómo no iba a saber que había un terremoto el 4 de mayo si desde el 13 de abril temblaba durante todo el día!”, enfatiza Fernández.
Y es que, aunque las fechas en las que Nolasco predijo el terremoto coincidieron con las reales, hoy expertos aseguran que este no tuvo nada que ver con el cometa sino que se originó por una falla tectónica en el sector sureste de Cartago.
Una vez que esta falla se activó, produjo al principio un fuerte temblor seguido por una serie de réplicas que duraron por un poco más de quince días, las cuales finalmente provocaron, el 4 de mayo, un temblor que destruyó las edificaciones cartaginesas que ya estaban debilitadas por la gran actividad sísmica que habían sufrido previamente.
Además, durante las semanas anteriores al terremoto y en vista de las muchas réplicas, las personas se refugiaron en construcciones ubicadas en sus patios o en la calle hechas a base de madera llamadas “tembloreras”. Así, las familias pasaban en estos lugares la mayor parte del día por el miedo a los constantes sismos.
Pero hubo una situación que nadie pudo prever y fue que el gran terremoto tuvo lugar a las 6:50 p.m, justo la hora en que los cartagineses salían de sus contrucciones improvisadas y se reunían en sus casas a tomar chocolate y a hacer sus necesidades fisiológicas. “Por ello, el fuerte temblor tomó por sorpresa a los pobladores; la mayoría de los cartagineses murieron en la mesa o en el excusado”, afirma Franco Fernández.