Dios ha sido generoso con Rafa Pérez. A sus 72 años de edad sigue cantando como cuando era un veinteañero; le ganó la batalla a su propio corazón que quiso ponérsele en huelga unos meses atrás y así, con todo el tiempo del mundo encima, todavía sueña con grabar.
Hace casi 28 años que este hombre que popularizó Noche inolvidable vive en los Estados Unidos. Ahora está en suelo tico y sus amigos y compañeros le harán un homenaje.
Don Rafa está enterito. Sigue sonriendo con ganas, y al cantar llena el espacio; poco le falta para hacer retumbar paredes y techos.
Tenía apenas 12 años cuando cantó en un programa de radio. Fue papá de algunos de los bares donde en la Costa Rica de los 80 se cocinaba la música popular, Boleros de Rafa, por ejemplo, ubicado en el centro comercial Cocorí, en San Pedro de Montes de Oca, el sitio donde ahora hierve el metal (en Sand), el rock (en Aca Bar) y el reggae (en Raíces). Luminarias y La oficina fueron sus “antros” en Los Ángeles.
Tocó con los grandes de la tierra tica: Otto Vargas, Lubín Barahona, Paco Navarrete; tocó con La orquesta Marival con la cual grabó por primera vez temas como Son tus ojos verde mar y Ya nada soy . Con la orquesta Murillo prensó Minuto de amor y Franqueza, con arreglos de otro maestro, Otto Vargas.
¿Con quién no alternó Rafa Pérez? El Trío Alma de América, Gilberto Hernández, Ray Tico, Mario Chacón, Sandra Solano, Orlando Zeledón, Quico Barahona, Paco Quintana...
La historia de Rafa Pérez podría llenar una guía telefónica, pero si un mérito claro tiene es que fue quien le dio prestancia y elegancia al bolero.
Ayer Viva le dio la palabra al señor bolero.
–¿Cómo está su corazón?
–Hace cinco meses que me operaron en los Estados Unidos, me pusieron un dispositivo moderno para aliviarme de una fibrilación auricular (ritmo irregular del corazón). Busqué la operación porque no quería vivir como un viejito al que se le termina la cuerda. Ya me resigné a creo que se me endureció el corazón.
–¿Pero no se le endureció para la música?
–(Se ríe). ¡Ah no!, yo sigo siempre soñando.
–Usted fue un hombre de vivir de noche ¿Cómo se toma una vida más reposada?
–Toda mi vida he estado adaptándome. Vivir 28 años en los Estados Unidos, además de estar en México y Venezuela, fue una gran tarea. Tuve que cantar tangos y valses peruanos, a cantar ¡viva México! Tuve que dejar de hacer solo música romántica y cantar ¡carajo macho con su cutachón! (de Nicaragua) y carbonero de El Salvador y Limeña , de Perú.
–O sea un ciudadano del mundo.
–Así es. Tuve una vida muy solvente artísticamente y por eso no quería salir de ahí y solo venía cada tres años al país, pero quiero dejar un legado, no sé a quien, pero dejar algo de esa herencia musical que pasó hace años.
–¿Es profeta en su tierra?
–Creo que sí. La otra vez que vine estuve en un programa de radio con Fernando López Caifás y comenzaron a llover las llamadas: '¡Rafa, mirá que yo me casé con vos tocando!' y comentarios así. El pueblo responde.
–¿Cuál es su Noche inolvidable ?
–Será la del viernes (mañana) porque nos reuniremos los compañeros. Cada vez que he venido he ido a oír a los músicos jóvenes y ellos me reconocen y me dicen '¡maestro!'
–¿Y eso lo conmueve?
–Claro, porque quiere decir que estoy vigente para ellos, me ponen a vivir de nuevo aquellos años. Si me pusieran a cantar una canción con Explosión estoy en toda la capacidad para hacerlo.
–Parece que vive en el presente y no en el ayer.
–Es que me gusta que me inmiscuyan en el presente. No he dejado de preguntarme si en Costa Rica algún día harán un reconocimiento para los músicos de antaño que todavía vivimos.
–Entonces ¿con qué sueña?
–Voy a venir a vivir a Costa Rica en enero o febrero del próximo año, y quiero hacer una grabación. Sueño con dar conciertos en la universidad, ¡no me importa el dinero!, que se me presente como una persona de los 50 con miles de anécdotas que contar.
“Quiero cantar con la (Orquesta) Sinfónica o con la Filarmónica. Quiero contarle a las generaciones nuevas qué paso en esos años, quiero cantar en el Jazz Café, y en los lugares donde va la juventud, presentarme con Wálter Flores. No soy rico, pero la garganta me ha dado para educar a mis hijos. No sé cuanto Dios me va a dar para vivir, pero quiero hacer todo eso antes de morir.”