En la narrativa del escritor comunista Carlos Luis Fallas Sibaja (1909-1966) pueden identificarse dos períodos claramente diferentes. El primero abarcó de 1940 a 1942, cuando escribió las novelas Mamita Yunai y Gentes y gentecillas , y los cuentos “La dueña de la guitarra de las conchas de colores” y “Barreteros”. En el segundo período, entre 1950 y 1951, Calufa produjo las novelas Marcos Ramírez y Mi madrina , y un extenso relato: “El taller”.
Cinco de esos siete textos se editaron –o se aceptaron para su publicación– poco después de que Fallas los terminó, pero “Barreteros”, finalizado en octubre de 1941, fue impreso junto con la primera edición de Mi madrina, en 1954 ; y Gentes y gentecillas , fechada en agosto de 1942, debió esperar hasta febrero de 1947 para ser impresa. ¿Por qué Fallas postergó la publicación de esa novela y ese cuento?
De la celebración al olvido. Por el momento, no se conoce prueba directa y específica que permita contestar la pregunta anterior. Una respuesta fácil sería plantear que Fallas se tomó todo ese tiempo para revisar y corregir los manuscritos correspondientes, pero esta explicación no se ajusta con la forma en que procedió en el caso de sus otras obras narrativas. Debe considerarse que Fallas terminó Mi madrina y “El taller” a inicios de 1950 y que las colocó con una editorial polaca en 1951, años antes de que circularan en español (1954).
Mamita Yunai , la emblemática novela de Fallas, ofrece un primer indicio para resolver el problema planteado. La novela fue descalificada, a finales de 1940, por un jurado costarricense, por lo que no pudo competir en el concurso destinado a escoger la mejor novela latino-americana, convocado por la editorial estadounidense Farrar & Reinhart. Debido a esa descalificación, el Partido Comunista de Costa Rica (PCCR) inició una campaña de promoción de Mamita Yunai , que culminó durante su publicación, a mediados de 1941.
La información disponible no permite determinar cuándo se agotó la primera edición de esa novela, pero sí es claro que a partir de 1942 no volvió a ser promovida en Trabajo , el semanario que constituía el órgano oficial del PCCR. Entre 1941 y 1948, Mamita Yunai sólo figuró una vez más, en agosto de 1946, en las listas de libros y folletos que tal organización ofrecía en venta o alquiler. ¿A qué obedeció este silencio? ¿Por qué, si la primera edición presumiblemente se agotó, no se realizó una nueva impresión?
En la “Autobiografía” que escribió para la edición mexicana de Mamita Yunai, publicada en 1957, Fallas se quejó de que esa novela “pasó desapercibida por años, hasta que el soplo poderoso del gran poeta Pablo Neruda la echó a correr por el mundo”. ¿Sería una velada crítica a sus camaradas del PCCR?
Discurso político contra discurso literario. Fundado en junio de 1931, el PCCR se caracterizó, en sus años iniciales, por un radicalismo discursivo que tendió a atenuarse a medida que la organización se insertaba en el sistema político, se adjudicaba plazas en las principales municipalidades del país y en el Congreso, ampliaba su influencia sindical y consolidaba un periódico que le permitía tener una presencia constante en la esfera pública.
La tendencia reformista del PC CR se acentuó todavía más al finalizar la década de 1930, cuando algunas de las reivindicaciones de los comunistas convergieron con las de un círculo de políticos católicos, liderado por Rafael Ángel Calderón Guardia y decidido a promover cambios sociales por vías institucionales. Pese al anticomunismo de los calderonistas, el creciente conflicto que los enfrentó con los partidarios del expresidente León Cortés a partir de 1940, abrió un espacio para que comunistas y calderonistas empezaran a acercarse, proceso ya en curso en julio de 1941, cuando Mamita Yunai se publicó.
En tal contexto, la novela de Fallas era un gran logro para el PCCR, pero también implicaba un grave problema pues Mamita Yunai suponía un retorno –con base en el discurso literario– del radicalismo discursivo que el PCCR había empezado a dejar atrás desde mediados del decenio de 1930.
En tales circunstancias, la dirigencia comunista habría convencido a Fallas de aplazar la publicación de Gentes y gentecillas (y quizá también de “Barreteros”) por razones de carácter estratégico.
Consideraciones. Entre otras consideraciones, los líderes del PCCR quizá hayan indicado a Fallas que su combativa literatura podía complicar el acercamiento –en curso– con el gobierno de Calderón Guardia y la Iglesia Católica.
Tal vez le enfatizaron también que el momento histórico estaba dominado por la consolidación de la Caja Costarricense de Seguro Social, la incorporación de un capítulo de Garantías Sociales en la Constitución y la aprobación del Código de Trabajo, y que todo esto exigía que él concentrase su atención en el trabajo político. Además, en relación con esto último, pudieron insistirle en que debía dar prioridad a su quehacer como diputado (Fallas fue electo al Congreso en 1944).
Adicionalmente, los dirigentes del partido quizá le señalaron que la creciente polarización de la política nacional era un contexto adverso para dar a conocer sus nuevas obras, de modo que lo conveniente era esperar un momento más propicio para publicarlas.
De todas las justificaciones que la dirigencia comunista pudo aducir, la principal habría sido que, desde finales de 1941, los Estados Unidos se habían convertido en aliados de la Unión Soviética en la lucha contra el nazismo y el fascismo. Se configuró así un contexto nacional e internacional poco favorable para una literatura que denunciaba al imperialismo estadounidense y, en particular, a la United Fruit Company. De ser correctas esas hipótesis, explicarían por qué el PCCR dejó de promover Mamita Yunai después de 1941 y, en particular, por qué no se preocupó por reimprimir el libro si la primera edición ya se había agotado.
Llama la atención también que el PCCR tampoco diese la importancia debida al hecho de que Fallas fuera incluido en la categoría de “Los jóvenes” en la antología Escritores de Costa Rica , la principal historia literaria costarricense publicada en el país antes de 1950.
Para comprender la relevancia de esa inclusión conviene señalar que, desde septiembre de 1940, el editor de aquella obra, Rogelio Sotela, era el secretario general de la recién fundada Universidad de Costa Rica (UCR). De esta manera, la primera aproximación de Fallas con el incipiente mundo académico costarricense fue dejada de lado por el PCCR.
Si la dirigencia del PCCR efectivamente influyó en que Fallas postergase la publicación de Gentes y gentecillas , esto permitiría comprender también por qué, en tales condiciones, él optó por dejar de lado la producción literaria y por concentrarse en sus actividades políticas entre mediados de 1942 y 1946. Solamente en este último año decidió enviar el manuscrito de Gentes y gentecillas a los Juegos Florales convocados por la UCR, en los que recibió una mención honorífica.
Después de conocerse ese resultado, el PCCR emprendió una campaña a favor de la nueva novela, pero no en una escala comparable a la realizada en defensa de Mamita Yunai en 1941. Empezar a considerar analíticamente las relaciones de Fallas con el PCCR, puede ayudar a entender mejor su valioso legado literario.
El autor es historiador y miembro del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas de la UCR.