Cuando muchos daban por acabada la saga de las “narconovelas” que tuvieron su clímax con series colombianas como El Capo o El cartel de los sapos , la cadena Caracol decidió apostar el todo por el todo e ir por más. Para ello, eligió llevar a la pantalla chica la historia de un hombre tenebrosamente emblemático en la historia del narcotráfico de Colombia, de América y hasta del mundo entero.
¿Cómo no se les había ocurrido antes? ¿Por qué empezaron con historias de cruentos forajidos del narcotráfico, pero no con la mera mera, con la historia del Patrón ?
A saber. Lo cierto es que la fórmula les funcionó. No solo a Caracol, ya consolidada por sus megaproducciones en los últimos 15 años, sino también a las cadenas que fuera de Colombia rompieron récords de audiencia desde los primeros episodios. En cuenta está la gigante Telemundo, que tuvo en vilo a millones de latinos en EE.UU. tras transmitirla este año.
Por supuesto, paralelo al éxito rotundo de la audiencia, se vino la polémica. Como dice la revista colombiana Semana : “Cuando no han transcurrido más de dos décadas de la muerte del máximo jefe del cartel de Medellín (en 1993), muchas heridas generadas por su barbarie siguen abiertas. Aunque para las nuevas generaciones de colombianos Pablo Emilio Escobar Gaviria sea una figura fantasmal o un ícono para estampar en camisetas, los mayores de 25 años alcanzan a recordar la zozobra de las bombas, el miedo a los atentados y los magnicidios de los mejores colombianos. Por ende, emitir una serie de televisión en horario triple A que cuente la vida del más poderoso y desalmado narcotraficante de la historia del país dispararálas audiencias, y también las polémicas”.
Ahora le corresponde el turno a Latinoamérica: fue Golden Channel (reconocido por transmitir en episodios dobles y casi sin comerciales, otras sonadas teleseries latinas) el que arrancó este lunes con los dos primeros capítulos de El patrón del mal.
Megaproducción
Casi como una irónica analogía con la grandilocuencia del famoso capo, en esta filmación todo fue escandalosamente pomposo. Participaron 1.300 actores, se utilizaron más de 450 locaciones y se contó con un capital aproximado a los $170 mil por capítulo. Se calcula que el monto total de la serie anduvo en unos $10 millones.
La trama arranca ambientada en los años 50, durante la infancia rural de Pablo Emilio, en su natal Medellín, y recorre todos los acontecimientos y aspectos de su personalidad que lo convirtieron en uno de los peores criminales de Colombia, asesino de niños, civiles e importantes personalidades, y que aún así logró granjearse entre los pobres de Medellín y otros lares, una imperecedera fama de Robin Hood tropical.
La justificación de los libretistas para llevar a la pantalla esta historia (basada en el libro La parábola de Pablo , de Alonso Salazar) aparece destacada en el arranque de cada capítulo: “Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”. La intención de los realizadores, se dice, es recordar al televidente que detrás del personaje de ficción se encuentra una dolorosa realidad aún tangible para miles de víctimas. Pero muchos insisten en que las narconovelas lucran con la tragedia.
A pesar de las consideraciones éticas y morales, la crítica ha sido unánime: la producción es impecable y la trama, arrolladora. A juzgar por lo visto en los primeros dos capítulos, es muy probable que el fenómeno se repita por estas latitudes. Juzgue usted.