Los franceses vivieron ayer un día especial, diferente, pero sobre todo, un día en el que la nostalgia los embargó. El orgulloso Concorde salía, por última vez desde el aeropuerto Charles de Gaulle, en París, hacia Nueva York y hoy, desde la ciudad de los rascacielos, emprenderá su último vuelo, hacia la capital gala.
Agobiado por la caída en la demanda y los altos costos, el Concorde despegó el viernes ayer de París. Los cinco aviones Concorde de Air France, con su elegante línea y revolucionario diseño, están destinados a varios museos del mundo.
Admirado por una multitud con cámaras y binoculares, el legendario avión supersónico despegó a las 10:40 a.m. del aeropuerto Charles de Gaulle, a las afueras de París.
"El Concorde fue una aventura técnica y humana extraordinaria. Es por eso que nos encariñamos tanto con el avión", dijo el expiloto de pruebas, Jean Pinet.
Los Concorde permanecieron en tierra por más de un año desde que uno de ellos se estrelló en el 2000 tras despegar de París.
El avión estuvo en nuestro país en enero de 1999 y atrajo la mirada de miles de curiosos.
Fin de un capítulo
El último vuelo comercial del Concorde de la aerolínea Air France se elevó el viernes con destino a Nueva York, y aterrizó unas tres horas y cuarenta minutos después.
El menú para el vuelo del viernes incluía caviar, foie gras, langosta, filete y por supuesto cham paña.
"Es algo muy emotivo. El Concorde es una historia de alegría, de emoción, de progreso tecnológico", señaló Jean-Pierre Lefebvre, un empleado de Air France, antes de que el avión partiera con 58 pasajeros, tres pilotos, y ocho asistentes de vuelo.
El piloto en jefe, Jean-Francois Michel, condujo el avión.
Air France y British Airways, las únicas dos aerolíneas que operan al Concorde, retirarán a estos aviones hipersónicos de sus flotillas este año.
El último vuelo del Concorde bajo el escudo de la British Airways ocurrirá en octubre, según lo programado.
El retiro de estas máquinas se precipitó después del accidente que sufrió uno de estos aviones el 25 de julio del 2000 sobre la población francesa de Gonesse, justo después de haber despegado, en una tragedia en la que perdieron la vida 113 personas, entre ellas cuatro que se encontraban en tierra.
Los aviones fueron retirados del servicio hasta noviembre del 2001, y fueron sometidos a mejoras con base a los descubrimientos de los investigadores.
Luego, los aviones fueron equipados con llantas más fuertes y con líneas seguras hacia el tanque de combustible, pero ya nada volvió a ser igual.
Los temores surgidos tras los atentados terroristas del 11 de setiembre del 2001, asestaron un duro golpe a las aerolíneas, que enfrentaron muchas dificultades para mantener estos elegantes y caros aviones en servicio.
La desaparición del Concorde pone fin a una era en la que se podía beber champaña a una velo cidad dos veces superior a la de la barrera del sonido.
El Concorde es el único avión supersónico civil en servicio y nunca generó muchas ganancias directas a las compañías aéreas, aunque el hecho de convertirlas en las únicas en poder cruzar el Atlántico a una velocidad muy superior a la del resto de los aviones comerciales, lo que obviamente les daba gran prestigio.
La decisión marca el fin de una aventura tecnológica lanzada en los años sesenta para un aparato que se iba a transformar en el preferido de las estrellas y los empresarios capaces de pagar un ida y vuelta a un costo de $10.000. Sin embargo, los aviones Concorde significaban una pérdida anual de entre $35 millones y $50 millones para Air France.
"Nosotros trabajamos en condiciones excepcionales, con clientela excepcional, en un avión ex cepcional, dijo Jean-Charles Principeaud, un sobrecargo de vuelo. Poder servir una copa de champaña mientras se vuela a velocidad Mach 2 era algo que parecía imposible hace unos pocos años.
Poco después del aterrizaje, el Concorde fue escoltado por la pista del aeropuerto neoyorquino por dos vehículos de bomberos, que lanzaron chorros de agua para saludar la última llegada del aparato.