Bobi, Ewok, Tábata, Champú, Pauleta y Oso son perros callejeros que encontraron hogar junto al artista Francisco Munguía y su familia. Ahora, inmóviles en el bulevar de la avenida Central de San José, cuentan su historia de abandono y agresión desde una imagen tridimensional de hierro.
Con el Monumento al Zaguate (2009), Munguía se sumó al homenaje que otros países han ofrecido a estas criaturas. Son caricaturas retrato escultóricas de seis de sus veintitrés perros mestizos.
“Desde hace años estudiaba a nuestros perros. He hecho muchos dibujos, videos y pinturas con ellos por modelo. Además, conozco de bienestar animal gracias a otros proyectos y he contado con la asesoría de Débora (Portilla, su esposa)”, afirma.
Un joven talento. Bachiller en Artes Plásticas por la Universidad de Costa Rica, con especialidad en Cerámica, prolífico y múltiple, trabaja caricatura, pintura mural, ilustración, cerámica, instalación, escultura, grabado y animación.
Murales en espacios públicos; Calcamunguías, serie de pinturas que, aclara, “nacieron para ser calcomanías”; cerámica y, recientemente, su Dj Pulp, proyecto de animación y música con el que también acompaña el lanzamiento de sus obras, todas llevan su sello creativo.
Munguía representa una de las tendencias “novedosas, creativas y de gran calidad” del arte joven nacional, afirmó Dora Mª Sequeira, directora de los Museos del Banco Central (MBC). En 2007 el artista fue seleccionado para participar en la exposición Arte Joven de Costa Rica, iniciativa del Centro Cultural del BID con los MBC. “El lenguaje gráfico es el de nuestro tiempo, y Munguía ha logrado vincularlo con un lenguaje más popular y comunicante”, señaló Ileana Alvarado, curadora de los MBC y de la exposición.
La trayectoria de Francisco comienza con la historieta Pantys: el Paladín Josefino (1997). La Nación la publicó entre 2001 y 2002 como una tira cómica diaria. En 2003 volvió a circular en el Semanario Universidad y en el libro para colegiales estadounidenses Avancemos, en 2006 y 2007.
La serie Calcamunguías, iniciada en 2003, es una propuesta novedosa de caricaturas coleccionables. Más de 400 diseños abordan temas como: animales (perros, por supuesto), maternidad, sexo, contaminación, globalización, superhéroes, etc. En 2009 circularon doce en tarjetas telefónicas del ICE.
Otras Calcamunguías son las Parodias de pinturas famosas, interpretaciones cómicas de cuadros de grandes maestros como Picasso, Monet, Leonardo y Dalí, entre otros.
La colección supera las cien obras, la mayoría pinturas, pero también versiones digitales y loseta cerámica.
Al llevar el humor gráfico a sus murales, independientes o colectivos, Munguía efectúa un trabajo pionero en el campo. Reafirma la caricatura como arte público –en exhibición permanente– y contribuye a desarrollar el género pues utiliza, como soporte y vehículo, otra expresión artística.
Con el programa Arte en Espacios Públicos de la MSJ, Munguía ha llevado el arte a las comunidades marginales.
“Deseamos sacar el arte de las galerías y traerlo a las comunidades”, revela. La obra de humor gráfico más grande del país es su primer mural pictórico: El carnaval de las artes, las letras y los números, de 300 m de longitud y 2 de alto, en la tapia del Cementerio Calvo (2003).
En Puente Piano (2005), en una colonia urbano-marginal, la comunidad aportó ideas, dibujos (imágenes de sus vidas) y trabajo en las paredes interiores de la estructura peatonal.
Hoy suman más de 80 sus coloridos murales públicos.
En 2004 participó en el proyecto Arte para Todos, en Honduras: primer encuentro de artistas del mundo organizado por el programa de voluntarios de la ONU. Munguía fue uno de los 50 expertos en muralismo y plástica. Con la temática Metas del Milenio, realizó tres murales en ese país.
Pero su hibridación no se limita a la pintura mural; la escultura y la cerámica también son parte de su oferta: El Quijote (2006), muestra la combinación de humor gráfico con escultura. Pisuicas, uno de los villanos contra los que lucha Pantys, rebasa la tira para convertirse en personaje de cerámica.
Con dibujos animados de sus personajes, Francisco ingresó en el mundo de la animación. En 2007 ganó el Premio en la V edición de la Bienal Iberoamericana Inquieta Imagen con una serie de 20 cortos animados.
“Reutilizo dibujos, murales, pinturas, cerámicas y mis fotografías para construir las animaciones, hechas con recursos limitados. El proyecto se llama DJ Pulp, un personaje de Pantys, luego de las Calcamunguías; es hijo del señor Pulpero y seudónimo para la música que hago (los videos son transmitidos por VM Latino). Inventé un personaje con sus propias carpetas de artista”.
Su obra ha sido difundida en sitios de humor gráfico y galerías de arte y en su propia página:
Con el video Fausto y los ovnis, inauguró un ciclo especial de cortos cuyo personaje estrella es su hijo de escasos meses.
Hito esencial. El lenguaje artístico de Francisco Munguía muestra su formación académica y evidencia la libertad con que trabaja: la ruptura de límites entre el arte culto y la cultura popular, su diversidad de propuestas y temas, sus críticas irónicas a problemas de la Costa Rica actual; su mezcla de personajes de la vida cotidiana y política, de las artes plásticas, de su propia familia, de sus perros y gatos, junto a seres creados por él.
Al ser invitado por grupos a actividades y publicaciones, es un punto de referencia –y convergencia– de la producción nacional actual y una huella en el quehacer artístico.
Su marca se ha dejado sentir en su participación en grupos, como La Zarigüeya, y en el centro de arte Casa de la Palmera. Por ello, es posible que también se registre en creadores y seguidores del humor gráfico, eje cardinal de su propuesta: lo uno en lo diverso.
LA AUTORA HA PUBLICADO LOS LIBROS HISTORIA DEL HUMOR GRÁFICO EN COSTA RICA (EDITORIAL MILENIO, 2008) Y CARICATURA Y PRENSA NACIONAL (EUNA, 2002).