El incremento de la erosión y la sedimentación en el fondo del cráter debido a la desestabilización de sus paredes, dieron al volcán Turrialba una nueva laguna.
Así, el Turrialba se convirtió en el tercer volcán activo del país en poseer una laguna ácida. Esta situación fue constatada por Eliécer Duarte y Erick Fernández del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori-UNA).
La nueva laguna se encuentra en el cráter principal, sitio donde se ha concentrado la actividad fumarólica en los últimos años.
La laguna mide unos 70 metros de diámetro, tiene una temperatura entre los 17 °C y los 23 ºC, y 0,6 de potencial de hidrógeno (pH, que es un parámetro de acidez o alcalinidad). Esto último indica que esta es una laguna no tan ácida como la del Poás que tiene un pH de cero.
La nueva laguna ofrece una tonalidad turquesa en el área central, mientras que se ve celeste, verde y gris en los bordes.
Antes del 2006 (cuando se activó), este cráter tenía vegetación en las paredes. Sin embargo, la actividad del volcán ha afectado la superficie.
“La actividad sísmica regional, la escorrentía superficial y la gravedad van dando nueva forma a un cráter que se ensancha y se llena más de sedimentos sellantes en el fondo”, indicaron Duarte y Fernández en su informe de campo.
La formación de esta laguna puede dar pistas a los científicos para conocer más sobre lo que pasa en el interior del volcán.
“Desde el punto de vista de la vigilancia volcánica, los lagos cratéricos pueden proveer información importante acerca del comportamiento de los fluidos volcánicos, debido a la interacción que podría darse entre los gases provenientes del magma con los cuerpos de agua de los lagos cratéricos”, señalaron Duarte y Fernández.
La inestabilidad de las paredes produce deslizamientos, ya sean por erosión o por escorrentía (si hay presencia de lluvia).
Los sedimentos que se desprenden de las paredes se acumulan en el fondo. Esto va generando una capa de material fino que cubre la parte superior del conducto volcánico y lo sella.
Eso evita que el agua de lluvia penetre las capas más profundas de la estructura volcánica.
“Los sedimentos más finos van a la parte central, en el fondo del cráter oeste o principal. Eso ha provocado una impermeabilización, y, con las lluvias, se han ido creando cuerpos de agua que finalmente formaron el lago”, dijo Fernández.
Según el reporte de Duarte y Fernández, ese “sellamiento” hace que los gases salgan por las orillas de las paredes del cráter.
“Este efecto de gases y vapor circulando con gran fuerza por las rocas y capas alternas que conforman las paredes, causa agrietamientos, inestabilidad y caída del material en forma de colapsos espontáneos o deslizamientos graduales”, señalaron los científicos en su reporte de visita.
A su vez, Raúl Mora, vulcanólogo de la Universidad de Costa Rica (UCR), coincidió con sus colegas del Ovsicori, al decir que al lado de la laguna existen dos escapes de gases, los cuales registraron una temperatura de 700 ° C. Mora visitó la laguna el pasado jueves.
Asimismo, Mora describió que existen salidas de gases en la propia laguna. Según Duarte y Fernández, en la orilla hay burbujeo.
Así, el Turrialba se une al Rincón de la Vieja y al Poás en la categoría de volcanes que poseen lagunas ácidas en el país, aunque la del Turrialba es una laguna fría y las otras dos son calientes.
En cuanto al Turrialba, los funcionarios del Ovsicori tomaron muestras y harán análisis para determinar acidez, temperatura, conductividad eléctrica y composición química de las aguas, con el objetivo de conocer más sobre esta laguna.