¿Ha visto los rótulos que la irrupción de la fiebre AH1N1 desató en los baños públicos? En uno de estos rótulos se lee: “Aplique alcohol gel para sanitizar’. Igualmente, si usted debe entregar algunos documentos en una oficina pública, la secretaria (o el secretario) tal vez no se los reciba, sino que se los ‘recepcione’.
En Costa Rica, muchachos de veinte años hablan de “pegar hueco” para referirse a ‘hacer el ridículo’ y, en una floristería, la dependiente le dice a un motociclista que le hará un “envoltorio maguiver” para que se pueda llevar un ramo de flores con comodidad.
El idioma está en constante cambio. Se crean palabras nuevas y otras se transforman. El proceso de incorporación de términos nuevos a la lengua se llama ‘neología’. Recientemente, también se ha utilizado el término ‘neonimia’ para referirse a la generación de palabras técnicas (léxico técnico), típicas de los repertorios especializados.
En el ámbito de los arquitectos, un ‘sharpie’ es un tipo de marcador del mismo nombre registrado. En los deportes, un reloj especializado se conoce como ‘polar’.
El
Una forma creativa de hacer palabras la ofrecen las
Los fenómenos también pueden aparecer combinados. ‘Blog’ surge de la unión de las palabras ‘web’ y ‘log’ (‘diario’ en inglés). Ocurre primero la formación de una palabra por composición, y luego se eliminan algunos elementos: en el inicio de una palabra (
La
Costa Rica se caracterizaba por formaciones tradicionales, normalmente bisilábicas, como ‘Mencha’, ‘Quico’, ‘Lucho’ o ‘Coqui’. Sin embargo, hora existe una tendencia –especialmente entre los jóvenes– a utilizar la apócope monosilábica, como vemos en ‘Mo’ para ‘Mónica’ y ‘Lu’ para ‘Lucía’.
Al respecto, un fenómeno interesante es el de la
Es curioso que tales procesos de formación permitan secuencias “prohibidas” naturalmente en la lengua. En español no existen palabras que terminan en ‘p’ o en ‘f’, pero se crean mediante la inversión: ‘mop’ y ‘prof’, por ejemplo.
Por métodos más tradicionales de creación de palabras –como la
La incorporación léxica trae consigo también un debate sobre la manera en la que deben incorporarse estos elementos a la corriente léxica del idioma. Por ejemplo, la Real Academia Española (RAE) analiza la grafía con la que deben escribirse palabras tan comunes como ‘whisky’ y ‘jazz’.
El
Sin embargo, otras palabras sí adoptan los rasgos del español, como ‘bistec’ o ‘suéter’ en Costa Rica.
Su método es sencillo: le decimos a un programa de computadora cuál es el vocabulario básico de una lengua, para lo cual podemos incluir la información de diccionarios reconocidos. Luego le pedimos que rastree cuáles son las palabras que no están incluidas en el repertorio básico, pero que sí aparecen en medios electrónicos (periódicos,
Así, cada día, se puede tener un informe de palabras nuevas o desconocidas. De esta manera puede tomarse el pulso a la aparición de nuevos términos en el idioma. Este proceso se facilita cuando los sitios de contraste elegidos tratan de representar, de manera escrita, la forma de hablar de las personas.
El Centro Virtual Cervantes tiene un “banco de neologismos” que muestra los resultados del proyecto BOBNEO, del Observatorio de Neología de la española Universitat Pompeu Fabra. Este banco incluye neologismos léxicos registrados desde 1988 en distintos medios de comunicación, escritos y orales, en catalán y en castellano. El banco también muestra los resultados del proyecto Antenas Neológicas.
En él participan algunas universidades hispanoamericanas (de Argentina, Chile, Colombia, Cuba, México, Perú y Uruguay) y las del proyecto NEOROC (de universidades españolas situadas en Alicante, Cádiz, Málaga, Murcia, País Vasco, Salamanca y Valencia).
La RAE también promovió un observatorio de neologismos conocido como Búho pues trabajaba de noche en la revisión de los diarios españoles. La incorporación de novedades léxicas favorece la renovación de los sistemas de la lengua y crea, junto con su refrescante innovación, otros fenómenos interesantes, como la