Atenas. Anoche, a eso de las 2 de la madrugada, esta ciudad se fue a dormir en silencio y triste.
Los griegos vivieron cada segundo de los más de 120 minutos de juego ante Costa Rica con la misma zozobra que debe de haberse sentido al otro lado del océano Atlántico, mas para ellos el final no fue feliz.
Como un viaje en montaña rusa: así se puede describir lo vivido por un grupo de espectadores en el barrio de Monastiraki, aquí, en el corazón de la ciudad de Atenas.
Con pantallas gigantes instaladas en cada café y en cada bar de las calles peatonales, atentos, los seguidores del equipo griego observaban el encuentro. Hallar a una persona que apoyara a los ticos era tarea difícil, pues aquí, lógicamente, todos iban con Grecia.
El primer tiempo transcurrió sin sobresaltos. Los espectadores aplaudían las aproximaciones a marco de su selección, pero sin expresar grandes emociones.
La anotación de Bryan Ruiz en el minuto 52, que sin duda hizo a Costa Rica vibrar, aquí no fue celebrada por nadie. El ambiente empezó a tomar fuerza y ánimo local cuando, en el minuto 65, expulsaron del terreno de juego a Óscar Duarte, el número 6 de la Tricolor .
Y en la agonía del partido, el gol de empate de Socratis Papastathopoulos, pasados los 90 minutos, llevó a la gente a la locura.
Entonces comenzaron el estrés y la zozobra. La gente fumaba sin pausa, todos ansiosos frente a las pantallas, apoyando a su equipo en las jugadas peligrosas de los ticos.
Aplaudieron cada penal griego que atravesó la portería de Keylor Navas, pero la euforia se apagó de súbito cuando el portero tico logró parar un penal. El silencio total llegó con el quinto penal que acertó la Sele, obra de Michael Umaña. Costa Rica avanzó a cuartos de final; Grecia quedó atrás.
Y así, tras una noche de estrés y zozobra, a eso de las 2 a. m., los griegos se levantaron de sus sillas y se fueron a dormir sin celebrar. Las calles de Monastiraki quedaron desoladas.