“Era alguien como los demás, y quisiera que lo recordáramos como un hombre normal”, declaró Bob Irwin durante una emotiva conferencia de prensa.
El gobierno de Queensland (noreste), su provincia natal, había propuesto organizar funerales de Estado tras la tragedia que provocó la muerte del aventurero de 44 años, venerado como ícono local.
Steve Irwin, que había adquirido una reputación internacional por su audacia frente a los animales más peligrosos, conocía los riesgos que tomaba, aseguró su padre.
“No hubiera querido otra cosa... Murió haciendo algo que amaba y es mucho mejor que haber sido arrollado por un autobús”, agregó.
El productor y amigo del legendario cazador de cocodrilos, John Stainton, llamó ayer a destruir la filmación de su muerte, capturada por un camarógrafo mientras ambos buceaban en aguas poco profundas de la barrera coralina de Queensland para la producción del documental Océano Mortal .
“Por ahora (el video) está en manos de la policía. Pero cuando sea devuelto, nunca verá el día, nunca”, prometió Stainton en una entrevista al canal CNN.
“Vi (las imágenes) y no quiero volverlas a ver. Fue una experiencia muy difícil”, agregó Stainton.
Miles de australianos continuaban rindiendo homenaje al arquetipo del aventurero australiano, dejando flores y recuerdos en el zoológico de Beerwah (Queensland, noreste) que Irwin dirigía.
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