Alejado de las mansiones suntuosas y el bullicio del mundo del espectáculo, el músico James Seals vive reposado en la tranquilidad de una sencilla casa en Salitral de Santa Ana.
En el baúl de los recuerdos han quedado los pantalones de campana y las extenuantes giras. La vida agitada del músico famoso se recuerda tan solo en las viejas fotografías.
Hoy, a los 56 años, don Jimmy es un orgulloso abuelo primerizo que disfruta a más no poder el tiempo que pasa con el pequeño Charles.
Alto, flaco, impenitente fumador, de hablar despacio, a veces fuerte, a veces casi susurrando. Sus ojos muestran el paso del tiempo, pero del que ha sido bien vivido.
Cómodamente sentado en un sillón, se apresta a conversar con el reportero. Ha pasado bastante desde su última entrevista, pero lo que bien se aprende nunca se olvida.
Convencido por el ambiente
La pregunta es obvia: ¿cómo vino a dar a Costa Rica? "Fue casi por accidente", responde con una sonrisa.
"La primera vez que vinimos fue en 1979 -recuerda-, fuimos a las playas: Tamarindo, Jacó, Quepos, Limón, Puerto Viejo, queríamos pasar unas vacaciones de unos días."
La primera referencia de nuestro país la recibió del hermano de un amigo, quien trabajaba para una línea aérea y había estado en Costa Rica muchas veces.
Le dijo que era un buen lugar para inspirarse y escribir canciones. Seals cuenta que la noche en que llegó al país, apenas se bajó del avión, sintió que había llegado a un lugar con una atmósfera diferente, espiritual; eso fue lo que lo cautivó.
En Los Ángeles, donde vivía, hay mucha gente, es bueno vivir allí por el contacto con las personas del mundo de la música, pero Seals buscaba algo más tranquilo.
"Es bueno haber venido a Costa Rica, porque me permite tener una distancia del ajetreo de la música."
Sin embargo, aún estando aquí, la música es parte de las 24 horas de cada uno de sus días. Sigue componiendo y escribiendo canciones, sobre todo para otros artistas, que buscan la gran inspiración de Seals.
Su música
Seals es seguidor de la fe baha'i -religión que promueve la transformación personal y comunitaria a través de una serie de principios sociales y espirituales-, influencia que se nota en su composición, más espiritual y a veces más romántica.
Afirma: "Cuando usted tiene un dolor en el corazón, la música que surge de ahí es verdadera."
Según él, el alma es infinita y la experiencia también; esta es la principal fuente de su composición: las diferentes experiencias vividas.
Pero una canción por sí sola no es suficiente, hay que cantársela a alguien. "La música para mí es una conexión con toda la gente, una conversación sagrada."
De este pensamiento se desprende la siguiente idea que expresa: "tocar en vivo es lo mejor". Sin embargo, agrega: "cuando uno toca, es el centro, pero cuando no está involucrado se puede escuchar mejor a la gente."
La personas que están más cerca de su vida son su esposa Ruby -con la que ha estado casado desde hace 28 años- y sus hijos Joshua (26 años), Sutherland (24) y Juliet (20 años).
Aunque su residencia está en Santa Ana, Seals viaja constantemente a Los Ángeles, donde tiene un estudio de grabación. Además, es presidente de la compañía Sutjujo (primeras letras de los nombres de sus hijos), que tiene los derechos de todas las composiciones de Seals & Crofts.
La vida "costarricense" de James Seals transita entre el golf y la pesca, pasando por un poco de bicicleta y por la gestión comunitaria en el Salitral que le abrió los brazos y le permitió integrarse como un miembro más del pueblo.