MEDELLIN, Colombia (AFP) Medellín, una ciudad que supo ser la más violenta del mundo a inicios de los años 90, ha apostado a un teleférico para ayudar a recuperar barrios montañosos que vivían en estado de guerra civil, algo inédito en lo cual Rio de Janeiro planea inspirarse.
Suspendidas de cables, las telecabinas de la sociedad francesa Poma, similares a las que se ven en las estaciones de ski, transformaron el paisaje y la vida diaria de los suburbios pobres de Santo Domingo y Nuevo Occidente: los ajustes de cuenta con kalachnikovs entre paramilitares y guerrilleros dejaron lugar a partidos de fútbol entre los niños del barrio.
Antes de la llegada del Metrocable, en 2004, Santo Domingo era el barrio más peligroso de la ciudad. "A Santo Domingo nunca hubiera ido antes. Fui ayer con mis hijos", confía Héctor Aristizabal, un psicólogo de 48 años que vive en Estados Unidos.
"El Metrocable es una estructura que ha unido a la población pobre con el resto de la ciudad, la transformación es increíble", subrayó. "Ha generado mucho orgullo, la gente camina distinto".
Entre las casas de ladrillo construidas en la ladera de la montaña, el teleférico propagó la transformación del barrio. Se acondicionaron espacios para conciertos, se organizan espectáculos de todo tipo, las mujeres jóvenes se pasean sin temor y los niños juegan en la calle.
"Antes esto era una verdadera guerra, había disparos todo el tiempo, no podíamos salir a la calle, nada que ver con ahora", cuenta un niño de 11 años, Sebastián Montoya, que pasea en su bicicleta cerca de la ultramoderna biblioteca financiada por el gobierno español.
"El Metrocable y la biblioteca lograron una metamorfosis en el barrio. Después de haberse sentido abandonada durante mucho tiempo, la gente siente que se ocupan de ella", estimó Juan Pablo Patino, un maestro de 32 años que acompaña a sus alumnos a la biblioteca.
Habitantes de otros barrios de Medellín acuden a los miradores de Santo Domingo para admirar el valle de su ciudad.
La segunda línea del teleférico comenzó a funcionar a inicios de 2008 y la primera será extendida. Por 600 pesos colombianos la tarifa más barata (0,30 dólares), los usuarios compran un ticket que les permite usar el metro y el teleférico.
Más económico, más rápido, más seguro y no contaminante; el alcalde de Medellín celebra y colocó en las telecabinas el lema: "A mi ciudad no vuelve la violencia".
"Que yo sepa, es el primer caso en el mundo con una utilización de este tipo (...) Estamos muy orgullosos por dos razones. Más de un millón de personas son transportadas cada mes -es un récord absoluto para el transporte teleférico- y por haber participado en la transformación del barrio", confió el presidente del directorio de Poma, Jean Gauthier.
Y el ejemplo de Medellín podría ser tomado en otras ciudades. Rio de Janeiro ya apostó a un teleférico en una de sus favelas, confiando en obtener el mismo impacto social.
"Una delegación de la ciudad de Rio vino a Medellín y ganamos el contrato, para construir en la favela Moro de Alemao, un proyecto muy similar al de Medellín", indicó el presidente de Poma.
Medellín, cuna del capo de la droga Pablo Escobar y del presidente colombiano Alvaro Uribe, registró en 1992 más de 7.000 asesinatos. Hoy esta aglomeración de 3 millones de habitantes ofrece un rostro totalmente diferente: la seguridad volvió y el desarrollo económico está en camino.
© 2008 AFP