“No tiene una raza en específico porque todos pertenecemos a la misma humanidad y estamos en un mismo planeta. Big foot camina por todo el mundo para decirle a la gente que no hay diferencia entre el tú y el yo; es un llamado a la paz y a la esperanza”, dice el Idan Zareski al referirse a su pieza de bronce.
Big foot ya ha dejado su huella en Colombia, Francia, Italia, Suiza y Estados Unidos y ahora llegó a Costa Rica para quedarse.
“Esta edición permanecerá aquí porque esta es la casa madre de Big foot ”, explicó Zareski, quien tiene su taller en la costa pacífica del país desde hace 12 años.
La escultura será presenta al público hoy a las 4 p.m. en Avenida Escazú.