Con un atuendo a la medida del personaje, acompañado de pañuelo, sombrero y periódico, el cómico Shemp Howard limpia sus anteojos mientras da la bienvenida a los fanáticos que visitan el singular museo de recuerdos de Los Tres Chiflados, instalado en Buenos Aires, Argentina.
Se trata de una estatua de tamaño real del actor estadounidense, quien medía un metro y medio de alto e integró el más famoso trío de comediantes de la televisión. Fue encargada hace dos años por Diego Puglisi, creador de este lugar que brinda homenaje a la larga trayectoria del grupo (53 años, entre 1922 y 1975).
La réplica se hizo de un material duro y estable, resina poliéster, con una cabeza que posee una peluca de pelo natural y ojos de resina, que reproducen fielmente la escena de uno de los 180 cortometrajes de los chiflados y que costó unos 5.000 pesos argentinos ($1.300 en ese entonces).
“A pedido mío, la figura de Shemp la realizó un grupo de artistas de efectos especiales de Anaplasma Studio, que realiza figuras de ciencia ficción y maquetas, modeladas en exposiciones y trabajos especiales”, explicó Puglisi, quien desde hace 20 años es caricaturista, humorista e ilustrador profesional, y hoy es vicepresidente del club de
La habitación donde brilla Shemp es amplia, con una superficie de 26 metros cuadrados, pero que se vuelve pequeña para reunir los más de 1.700 objetos de los exitosos artistas, quienes siguen vigentes e inmortales, al romper con creces la barrera del tiempo.
La idea de montar esta colección privada surgió en el 2004, ante la apertura de un museo similar en Pensilvania, EE. UU. Su realización duró tres años y medio. Abrió al público el 10 de abril del 2010 como Chifladoseo (una mezcla de ‘chiflado’ y ‘museo’), en Adrogué, una localidad de Buenos Aires, a 23 kilómetros al sur del centro de la capital.
De 39 años, Diego Puglisi se encarga de la apertura y del cierre del museo. Los visitantes lo contactan a través de su página en Internet (www.chifladoseo.com.ar) o por teléfono. El mismo director oficia de guía. La entrada es gratuita, aunque se pide una pequeña contribución de $1, para obras de caridad en la zona.
“El museo es una invitación a conocer el humor de Los Tres Chiflados, de preservar el pasado y perpetuar su legado en la memoria de la gente, para que las distintas generaciones lo visiten y se interioricen de su carrera artística y su vida personal”, subrayó el dibujante humorístico, quien es soltero y sin hijos.
El fanatismo de Puglisi por las chifladuras nació hace más de 17 años. “Fue como un amor a primera vista”, describió a
“Empecé a coleccionar objetos de Los Tres Chiflados en 1994, cuando vi una corbata original en una tienda de ropa, con las caras de los cómicos, me enamoré y la compré. A partir de ahí, me picó el bicho del coleccionismo y no paré más”, reseñó con nostalgia.
Esa fascinación, dijo, surgió por el tipo de humor físico, llamado en Estados Unidos
“Los Tres Chiflados me acompañaron toda mi niñez y mi adolescencia, cuando era una constante verlos al mediodía, a las 12:30 p. m., por el canal 13. Y seguí viéndolos porque, en el transcurso de los años, el
“Me cautivó su humor ágil, de cachetadas visuales, y la composición de cada personaje, con marcadas diferencias: Moe tenía el pelo como una taza, Larry parecía un puercoespín asustado y Curly con su cabeza rapada, que me hacían reír desde el comienzo”, expuso Puglisi.
Así que aquella corbata importada fue la culpable de lo que exhibe hoy. Todavía la conserva y la usa de vez en cuando, cuando tiene que asistir a alguna fiesta.
El concepto del museo fue concebido por Diego como una “memorabilia”. Esto es reunir objetos de recuerdo, de valor conmemorativo (personales o no), que se coleccionan debido a que están conectados con el tema: la obra de Los Tres Chiflados.
Para ello, acondicionó el lugar con vitrinas verticales y exhibidores horizontales, y convocó a técnicos y expertos en la conservación y restauración de papel, para proteger su colección del peligroso riesgo de la luz solar, el polvo, el calor y la humedad.
De ahí que se hicieran trabajos especiales para el material antiguo en los afiches originales de las películas, procedentes de Alemania, España, Francia, Australia, México y Argentina, con el fin de que no sufriera el deterioro lógico del paso de los años.
Los artículos los adquirió con coleccionistas y vendedores, en ferias y mercados de pulgas, negocios de antiguedades, foros de los seguidores, tiendas
“El costo de un afiche original, de la época de
“Y si hablamos de los escasos y esquivos afiches de Curly, en la época de oro de
De esta forma, el Chifladoseo es el fruto de “un trabajo de hormiga”, según sus palabras. Una minuciosa recopilación de periódicos de 1940 en adelante, revistas originales, libros con sus biografías, sus obituarios, contratos, guiones de las series, programas de cine y todo tipo de objetos coleccionados por su fundador.
Hay historietas de 1950 de México, Estados Unidos y Brasil; máscaras, monedas conmemorativas, muñecos, títeres y juguetes antiguos, llaveros, relojes, tazas, encendedores, estampillas, cromos y campañas de mercadeo.
Se pueden admirar los discos que los chiflados editaron a lo largo de su carrera, dirigidos a la niñez, pues grabaron canciones populares como el feliz cumpleaños, y villancicos como
Tiene autógrafos originales de productores, directores y actrices secundarias, así como un cheque firmado por Shemp en 1947, para cancelar deudas; y una emotiva misiva que Moe le escribió a una admiradora, en 1967.
Un atractivo del museo son las 921 fotografías exhibidas en portafolios. Se cuentan imágenes de su larga producción y sus vidas privadas, algunas originales e inéditas, y otras obtenidas a través de subastas, vendedores argentinos y del exterior, la revista
“Tenemos imágenes de Larry en silla de ruedas, cuando en 1970 fue internado con 67 años en un asilo destinado solo a viejas celebridades cinematográficas y televisivas”, dijo el coleccionista.
La herencia audiovisual incluye la colección completa de 190 cortometrajes y los seis largometrajes, que mundialmente empezó a divulgarse en los años 60.
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En resumen, el curador de Chifladoseo está orgulloso de lo recopilado en el primer museo de habla hispana de Los Tres Chiflados. Incluso valora abrir uno más grande, para incluir objetos que no ha podido instalar en el actual local por falta de espacio. Desea, además, que tenga una sala de proyección para los cortos y películas de sus queridos cómicos.