Al oír estas enseñanzas, muchos de los que seguían a Jesús dijeron:
Esto que dice es muy difícil de aceptar, ¿quién puede hacerle caso?
Jesús, dándose cuenta de lo que estaban murmurando, les preguntó:
¿Esto les ofende? ¿Qué pasaría, entonces, si vieran al Hijo del Hombre subir a donde antes estaba? El espíritu es el que da vida; el cuerpo no aprovecha. Y las cosas que yo les he dicho son espíritu y vida. Pero todavía hay algunos de ustedes que no creen.
Es que Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a traicionar. Y añadió: Por esto les he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no lo trae.
Desde entonces, muchos de los que habían seguido a Jesús lo dejaron y ya no andaban con él. Jesús les preguntó a los doce discípulos: ¿También ustedes quieren irse?
Simón Pedro le contestó: Señor, ¿a quién podemos ir? Tus palabras son palabras de vida eterna. Nosotros ya hemos creído y sabemos que tú eres el Santo de Dios.