Bajo la Plaza de la Cultura está encerrado el tesoro de las tierras del sur. Son las artesanías de los indígenas borucas, que se han trasladado a los Museos del Banco Central, para dar una lección de arte natural y sobre todo, de tradiciones milenarias.
Cada pieza del tesoro lleva estampado el sello de la naturaleza y las huellas de la tradición, porque la artesanía de los borucas más que un producto para vender, es una vitrina de costumbres y supervivencia que pone en evidencia cuanto ha resistido este grupo frente a la industria y la globalización.
Aunque la mayoría de las joyas de este tesoro boruca, son piezas producidas para ofrecer al mercado, tienen la particularidad de que mantienen materiales y técnicas milenarias, a la vez que incorporan nuevos diseños, colores y formas.
Fuentes naturales
Las formas coloridas de tortugas, aves y armadillos nacen del amor que hay entre las manos indígenas con los diferentes materiales de la naturaleza. Los borucas saben sacar los secretos del arte a las maderas, a las jícaras a las plantas y a los caracoles y después transforman esos elementos en piezas de gran encanto y significado.
Los materiales como los hilos y los tintes con que pintan las máscaras y los textiles, los emplean en sus estados más puros. Si no que los diga Ángela González, cuyas manos sacan día a día finos hilos de las flores de algodón y luego los convierten en hermosos tapetes.
Según comenta Patricia Fernández curadora de la muestra, las artesanías son actualmente la principal forma de subsistencia de la comunidad boruca y en el artesanado se involucran una gran cantidad de personas. Existe una numerosa división del trabajo, por un lado los habilidosos diseñadores comienzan a dar forma a la pieza, luego los más amigos de los colores se encargan de pintarlos. Así, cada uno aporta valor a las diferente piezas, desde el artesano experimentado hasta el niño que practica lo que aprendió en la escuela en sus clases de artesanía.
Para los borucas es muy importante mantener la tradición en sus diseños, sin embargo, no se marginan de los aportes de la modernidad y de vez en cuando le dan la bienvenida a algunos de esos adelantos de la globalización. Un ejemplo de ello es el hilo de algodón natural procesado por la industria con el cual elaboran los textiles.
Y es que las joyas de este tesoro no solo incluyen los tradicionales cestos, máscaras, tambores y flechas, también hay objetos utilitarios como bolsos o sombreros.
Finalmente, para dar fe del maravilloso proceso de producción artesanal y para identificar a algunos de los artesanos, las fotos tampoco faltarán.
Máscara = diablo = boruca
Las joyas más valiosas del tesoro boruca, la constituyen las máscaras. En madera de cedro o balsa, con colores intensos o con el discreto color de la madera, estas piezas son parte fundamental de la cultura boruca, y sus tallas y formas reúnen significados muy tradicionales.
Destacan por ejemplo una multitud de máscaras de diablos, que son imprescindibles en el baile de los diablitos. Esta es una festividad boruca que se extiende por tres días, en medio de bailes, comidas, música y bebidas. Hay diablos menores, músicos y por supuesto el diablo mayor, el que todos los niños borucas sueñan representar en el baile cuando sean grandes, pues es el diablo que lucha con el toro que quiere destruir su cultura.
Al final del baile el diablo mayor vence al toro, tal y como hoy en día las milenarias tradiciones de la cultura boruca vencen las amenazas de la modernidad.