Poco tiempo atrás la escuela y compañía costarricense de baile flamenco Al Andalus celebró, con un espectáculo en el Teatro Eugene O’Neil, sus 15 años de existencia.
La asistencia masiva al evento, el hecho de que Al Andalus tenga todo ese tiempo divulgando la cultura flamenca y el que fuera un espectáculo con grupo musical en vivo, incluyendo cantaor , hablan de la fuerza que ha cobrado el flamenco en el país. Todo esto es asombroso en un país donde la salsa, el merengue, la cumbia y el bolero son el fundamento musical popular.
Pero el asombro continúa creciendo cuando, conversando con Rocío González Urrutia, directora y coreógrafa del grupo Al Andalus, se viene uno a enterar de que en este país funcionan un poco más de diez academias o escuelas de baile donde se imparten clases de baile flamenco. Y el asunto no termina ahí. Hoy, muy especialmente debido a la existencia del Festival Internacional de Guitarra, el gusto por la guitarra flamenca ha crecido.
Cada vez hay más jóvenes alumnos interesados en aprender los secretos de esta música en las seis cuerdas de una guitarra española. Por ejemplo, producto de esto, hace un par de meses salió al mercado nacional el primer disco compacto de un guitarrista local con creaciones original de flamenco. (ver nota aparte sobre Manuel Montero).
Pero vamos un poco más allá. Sobre nuestros escenarios, particularmente el del Teatro Nacional, han desfilado algunos de los mejores espectáculos del momento en materia flamenca, como el de los de los bailarines Joaquín Cortés y Sara Baras o como el del cantaor Diego El Cigala.
Con estos espectáculos ha aumentado el gusto y la apreciación de un arte —antiguo y moderno a la vez— que hasta en lugares tan remotos como Japón conquista, pues es el principal baile foráneo que aprenden los hijos del sol naciente. ¿Qué es lo que produce esta afición hacia el flamenco?
Cultura natural y auténtica. Así, con esas palabras definía el cantaor Diego El Cigala su propia cultura, asegurando que esas calidades del flamenco y del ser gitano son las que atraen al público de otras esferas territoriales.
El elemento gitano es fundamental en todo lo flamenco que, habiendo nacido y habiéndose desarrollado en Andalucía, se extendió hacia otras provincias o estados y hoy, por ejemplo, en Madrid se localizan algunos de los mejores tablaos del momento. Resalta entre ellos Las Tablas, de la bailaora Marisol Navarro, quien vivió durante mucho tiempo aquí y fue una de las grandes divulgadoras de este arte.
Muchos recordarán también los nombres de los bailarines Paulina Peralta o Cecilio Casas, ligados a las castañuelas de las sevillanas y a los pasos estilizados del baile flamenco. Ellos son parte de una historia que comparten con Patricia Urrutia, quien vino desde Guatemala en el año 1981. Ella tenía, en ese país, la escuela más importante de flamenco. Urrutia llegó con su pequeña hija Rocío, que ya a los 13 años daba sus primeras clases de baile flamenco. Y luego surgieron muchas maestras más.
Y es que, aparte del placer que provoca bailar flamenco, su disfrute también puede resultar hasta “terapéutico”, asegura González.
“El baile flamenco termina siendo una de las mejores terapias para personas jóvenes con problemas de personalidad o de comportamiento,” comenta Rocío, hoy de 34 años, durante un ensayo de su espectáculo y agrega: “El flamenco es una actividad que acepta todo tipo de físicos, se trata de una pasión y no tanto de verse bien por la figura. Es un baile que embellece a quien lo practica y no importa el físico”.
Gracias al guitarrista Roberto Víquez, uno de los precursores en el estilo flamenco, Rocío conoció a su esposo, el cantaor José Mejías, quien junto a su hermano Juan forman parte del grupo musical de la compañía Al Andalus.
En Al Andalus se practica la juerga o fin de fiesta. La juerga que va por bulerías es la faceta más auténtica de una experiencia de tablao. La mayoría de espectáculos de flamenco que se han visto en el país son evoluciones del estilo popular hacia conceptos estilizados, mientras que la juerga es más cotidiana y espontánea. Cotidiano o estilizado, el flamenco se afianza no solo en España y Japón. Aquí también.