Lo curioso de ese tipo de pregunta es lo aparentemente fácil que es argumentar una respuesta y su contraria, como veremos. Sin duda, parte del problema emana del hecho de que, durante el Renacimiento, la Ciencia, tal y como la conocemos hoy en día, simple y llanamente no existía.
No se puede hablar de algo parecido a la Ciencia antes de fines del siglo XIX, cifra que sin duda extrañará como muy tardía a la mayoría de los lectores y las lectoras.
Sin embargo, considere usted esto: ¿sabía que hasta fines del siglo XIX ni siquiera se hablaba de la Ciencia (así, en singular) y que las universidades más prestigiosas de Europa no tenían laboratorios por las connotaciones de clase obrera que eso implicaba?
¿Sabía usted que el concepto de universidad como un lugar donde se hace investigación científica (y no mera docencia) es también un producto decimonónico?
Tan tarde como 1821, al físico Michael Faraday se le negaron honorarios tras aparecer en una corte por el motivo de que él no era profesional.
Uno hubiera pensado que esos obstáculos debieron haberse superado mucho tiempo antes; al fin y al cabo, Isaac Newton vivió en el siglo XVII. Imagínese entonces cuán distinto fue el mundo de la ciencia (para no hablar de la tecnología) en la época de Leonardo.
Comencemos argumentando que Da Vinci no fue un científico. Nada es más fácil. Para empezar, existen fuertes dudas sobre si él realmente hizo o no hizo los experimentos que aparecen descritos en sus cuadernos. En sus abundantes notas él nunca nos cuenta algo sobre los resultados de estos supuestos experimentos.
Es cierto que Leonardo daba gran importancia a la observación (era un observador muy agudo), pero lo mismo podría decirse de Aristóteles, y eso no convierte al filósofo griego en un experimentalista.
En la tradición clásica matematizante, los experimentos no tenían el carácter exploratorio al cual estamos tan acostumbrados hoy en día. Además, muchos de los descubrimientos que se atribuyen a Da Vinci, en realidad habían sido hechos por otras personas.
Leonardo era muy desordenado y casi nunca terminaba lo que empezaba (hoy no le hubieran aprobado ninguna propuesta de proyecto de investigación en ninguna universidad nacional). Era muy fragmentario. Carecía del orden y la disciplina que caracterizan al hombre y la mujer de ciencia actuales.
No obstante, esos argumentos son tendenciosos. En primer lugar, la idea de que la Ciencia necesita experimentación no existía en aquel entonces, muy a pesar de pensadores como Bacon y toda su filosofía al respecto. Solamente habría de existir a comienzos del siglo XX, cuando hubo finalmente una convergencia forzada de tradiciones.
Pensadores y filósofos como Newton, Euler, Lagrange, Maxwell y Einstein no se diferencian grandemente de Aristóteles pues ellos no consideraban la experimentación como algo fundamental o siquiera necesario, por blasfemo que esto suene a oídos modernos.
Incluso Galileo, el supuesto padre de la ciencia experimental, argumentaba que el poder de su mente hacía innecesario hacer los experimentos en los que él pensaba. Desde este punto de vista, Leonardo no es menos “científico” que Galileo, a pesar de su renuencia a hacer los experimentos con los cuales divagaba.
Argumentemos, pues, que Da Vinci sí era científico. Fácil. No solamente hizo descubrimientos teóricos impresionantes en dinámica de fluidos y mecánica (caída libre), sino que fue la primera persona en insistir sobre la importancia de hacer cuestionamientos cuantitativos más que cualitativos (característica de la ciencia moderna).
Aunque desordenado, el volumen de sus escritos es impresionante y revela una curiosidad que trataba de abarcarlo todo, anticipando pensamientos tan incisivos y amplios como los de un Newton, un Humboldt o un Darwin.
Sus comentarios sobre fuerza, gravedad y movimiento presagian ya a un Galileo. Por supuesto, no faltará quien argumente que no es suficiente tener un montón de ideas para ser científico, y probablemente tenga razón.
También se argumentará que estamos leyendo demasiado cuando vemos en Da Vinci una anticipación de Galileo y Newton. Al fin y al cabo, ni el mismo Da Vinci parecía darle demasiada importancia a las ideas que hoy consideramos los cimientos de la física moderna.
La “ciencia” de Leonardo no era acumulativa (no se basaba en resultados previos) y prescindía marcadamente de la experimentación científica. Es decir, solo tiene sentido preguntar si alguien es “científico” cuando entendemos que el concepto de ciencia que manejamos hoy es de hechura muy reciente.
Para tratar de obtener un balance de todo lo dicho hasta ahora, tal vez podríamos concluir con una cita de Clifford Truesdell, recién fallecido historiador de la ciencia estadounidense ( Ensayos de historia de la Mecánica ), quien estudió a fondo a Leonardo Da Vinci.
Truesdell afirma: “Hay que destacar la capacidad de Leonardo de intuir la raíz de los problemas”. Notablemente, insiste en que “plantear la pregunta apropiada es a veces mucho más importante que responder correctamente a una pregunta mal planteada”. Clifford Truesdell concluye: “Siguiendo este criterio, podríamos llamar a Leonardo el ‘originador de la interrogación científica’”.
Todo ello es muy acertado pues incluso hoy, en pleno tercer milenio, lo que distingue al científico teórico es su imaginación y su creatividad.
El autor es catedrático de la Escuela de Física de la UCR y colaborador del Instituto de Física Teórica; es PhD en Física y profesor de historia de la ciencia en la Universidad de Costa Rica