Antes de compartir el Nobel con Konstantin Novoselov, el profesor Andrei Geim demostró que la ciencia no tiene que ser aburrida al firmar junto a su hámster Tisha un artículo científico sobre la rotación de la Tierra.
Un año antes, en el 2000, este científico obtuvo un premio Ig Nobel, galardones que primero hacen reír y luego pensar, al poner a “levitar” una rana gracias a un poderoso imán. Ya junto a Novoselov, este par de físicos están desarrollando un tipo de cinta sintética y adhesiva que no usa pegamento.
“El humor es uno de sus sellos distintivos, uno siempre aprende algo en el proceso y, quién sabe, puede incluso lograr el premio gordo”, destacó el comité del Nobel en la argumentación del premio.
Maestro y discípulo. Si bien ambos cursaron la carrera de Física en su país natal, Geim y Novoselov se conocieron en la Universidad Radboud de Nijmegen, en Holanda, donde Geim se convirtió en profesor y tutor de Novoselov.
“Era mi estudiante de doctorado cuando trabajábamos juntos en Holanda, y luego me las arreglé para traérmelo a Inglaterra conmigo” , explicó Geim, quien aceptó ser profesor en Manchester.
Antes de que su pupilo llegara, Geim le buscaba un tema que pudiera investigar en su posdoctorado. Como ya tenía a un estudiante analizando el grafito, puso a Novoselov a estudiar el grafeno.
Gracias al hallazgo de este material –premiado con el Nobel 2010–, ya obtuvieron galardones como el Europhysics y el Körber Preis. Ahora compartirán los $1,5 millones que les dará la Real Academia de las Ciencias de Suecia por el Nobel, el cual se les entregarán el 10 de diciembre.
Sin perder el sentido de la gravedad, ayer ambos fueron a trabajar como cualquier otro día.